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Que mi Paco Paco (Reyero) por María José Navarro
A servidora, que necesita tantísimas palabras como las que usa aquí para acabar perpetrando una tontuna muy gorda, la maravilla que haya gente que, en cortito, sea capaz de una brillantez. A servidora, cortita ya de por sí, le gustan las cosas breves, y, a ser posible, con la letra muy gorda, para así poder terminar de leer cuanto antes y ponerse a hacer puñetas con los dedos gordos, que es la especialidad de la casa.
Todo esto viene al caso porque hace unos días me llegó un sobre muy finito, perfectamente sellado. El remitente era la editorial Ézaro y advertía, con una pegatina, de que se trataba de un libro. Yo, normalmente, veo el término «libro» y se me escapa un bostezo que me doy la vuelta como los calcetines, pero al ser el continente ligero y, al peso, la cosa no avasallaba, me decidí a abrirlo con la esperanza de que fuera el catálogo Grandes Tallas de Venca. De pronto, se me escapó un taco. Una exclamación, una interjección, una subida de ceja. «¡Pero si es de Paco Reyero! ¡Esto lo paso yo a base de albóndigas!».
Total, que me fui a un bar, y allí mismo, mientras lanzaba barcos a la salsa jardinera que las acompañaba, constaté, una vez más, que Reyero, al que Vds. tienen la suerte de poder leer en estas páginas y en este, el periódico de Vds. también, tiene un talento desproporcionado para su insultante juventud, un talento alimentado gracias a una incansable curiosidad por todo, cebado por el respeto a la pequeña cultura popular, al dicho, al regate, al comentario de ultramarinos, y engordado por una capacidad de observación de los detalles que sólo tienen los tíos muy salaos. Porque es que Paco es muy salao, y, queridos amiguitos, cada día queda menos gente salada a nuestro alrededor.
El libro, su libro, el de Paco, se llama «Wiskilis» y es la recopilación de una ristra de apuntes con las que Reyero ha sembrado el emparrado radiofónico del Herrera, un microclima con fresco donde jamás falta un pellizco. De ahí viene, ahí nació, esta versión con gracia y con clase de WikiLeaks, a la que Dios guarde muchos años en su café. Paco, para colmo y para humillarnos al resto, lo cuenta todo divinamente, y al oírle, juraría una que no tiene los años que tiene y al mismo tiempo lo juraría, porque sabe mezclar la perspectiva con el horizonte y quedarse en su sitio. Si compran Vds. este libro, han de buscarlo en los mejores comercios del ramo, estanterías de delante, siempre cerca de los superventas. Si, es un poner, no dan con él, pregunten al encargado y llévenselo. Se harán un favor grandísimo. Y también le harán un favor a Reyero, que está en edad de merecer y de poder seguir viviendo del cuento, o sea, de escribir divinamente.
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