Nueva York

Jacques Tati el ilusionista

El guión sobre la difícil vida de un mago que el mítico director dejó guardado en un cajón hace más de cincuenta años ve ahora la luz de la mano del director y dibujante de cómic Sylvain Chomet

n «Tati (en la foto) llegó a declarar públicamente que esta película era un asunto demasiado serio para él», explica el director
n «Tati (en la foto) llegó a declarar públicamente que esta película era un asunto demasiado serio para él», explica el directorlarazon

¿Cuánto mide el talento? Casi dos metros. Se preguntarán ustedes el porqué de esta cifra tan redonda. Sencillo: aproximadamente 190 centímetros era la altura de Jacques Tati, uno de los genios más indiscutibles y con más talla que el mundo del arte ha dado. Tocado con un sempiterno sombrero y dando caladas a su pipa, Jacques Tatischeff (Le Pecq, Yvelines, 1907-París, 1982) no podía disimular, aunque no hiciera gala de ello, sus orígenes aristocráticos. Incluso cuando se ponía en jarras, cada mano a un lado de la cintura, se notaba el porte de quien era nieto de un aristócrata ruso que fue agregado militar en la embajada de aquel país en París. El joven Jacques tuvo una infancia desahogada y vivió sin estrecheces, aunque estudió lo justo e hizo todo el deporte que pudo. Le gustaban el tenis y la equitación, pero donde realmente se desenvolvía bien era con el balón de rugby. Sin embargo, el espectáculo estuvo presente casi a la par que el deporte. En 1940 se sube a un escenario en París y cosecha un éxito notable con imitaciones de deportistas y jugadores. Sus gestos y, sobre todo, su manera de transmitir sin palabras le acercan al público desde el primer momento. En esa época comparte los primeros aplausos con su pareja escénica y esposa en la vida real, Herta Schiel, a la que, siguiendo los consejos de su hermana, abandonó al enterarse de que estaba esperando un hijo, una decisión de la que Tati se arrepintió durante toda su vida.

Unos cuantos años más tarde, Tati escribe el guión de «El ilusionista». Era 1956 y el texto permaneció guardado en un cajón durante más de cincuenta años en el Centro Nacional de Cinematografía. El tiempo no ha pasado para esta cinta de animación dirigida por el dibujante de cómic galo Sylvain Chomet, quien ha creado un delicioso universo a la manera de Tati a partir de las experiencias de un mago a la antigua usanza que recorre los pueblos a golpe de magia. ¿Funcionan los trucos de siempre? El prestidigitador, que guarda un parecido más que razonable con el director de «Mi tío», es capaz de sacar un conejo de una chistera, aunque no de superar el fin de una era, la del music-hall, por lo que no tiene más remedio que dejar paso en los teatros al éxito de los conciertos de rock para adolescentes.

Cargada de reconocimientos
«Tati escribió "El ilusionista"entre 1956 y 1959. La historia, sobre el irremediable paso del tiempo, hablaba de cosas que él conocía demasiado; Tati prefería esconderse tras la figura del Sr. Hulot. Incluso llegó a declarar públicamente que esta película era un asunto demasiado serio para él», explica Chomet sobre esta cinta que llega a nuestras salas cargada de reconocimientos: nominada a los Oscar y a los Globos de Oro como mejor película de animación en 2011, triunfó además en esta categoría en los Premios del Cine Europeo, los César y en los del Círculo de Críticos de Nueva York en 2010.

Dentro del tono agridulce que caracteriza todo el filme, la melancolía del paso del tiempo se une a la de la relaciones padre-hija, condenadas, como el music-hall, a transformarse con los años. «Esta película contenía todo lo que adoro del director e ilustraba su apego por las pequeñas manías humanas. Pero jamás hubiera imaginado que me sentiría tan cerca de él al recrear uno de sus guiones. Sin embargo, pensándolo con perspectiva, es natural. Todo lo que hice fue añadir mi poesía visual a la suya, y en mi fuero interno sabía que iba a funcionar», añade el realizador. Las imágenes son, de hecho, el motor narrativo principal de esta historia, casi exenta de diálogos, aunque llena de matices. «El argumento era tan simple que su narración fue extremadamente compleja de concebir. Sin embargo, podía visualizar cada escena a medida que las iba leyendo: ese texto me hablaba, me evocaba imágenes. Es un tipo de relato que no estamos acostumbrados a ver adaptado en animación: no seguía la regla básica de los largometrajes animados, ya que estaba claramente destinada a adultos», asegura Chomet.

Los desafíos de trasladar el genio de Tati a la gran pantalla no fueron pocos. Sin duda, animar el personaje del ilusionista fue uno de ellos. «Tati nunca contaba ningún chiste en ninguna película. Lo que resulta gracioso no es lo que dice, sino las situaciones en las que se encuentra. Por tanto, yo no podía dotar su cara de demasiada expresividad. En «Mi tío» y «Las vacaciones del Sr. Hulot» su rostro está impasible y sólo se expresa mediante gestos. Tuve que trabajar mucho para restituir su arte de mimo en las posturas del personaje dibujado», explica Laurent Kircher, animador principal de este personaje.

El cómico de la gestualidad
Otro reto, quizá el mayor, es no decepcionar a los muchos admiradores de la obra del cómico con la primera película en cuarenta años con su nombre en los títulos de crédito: «Por supuesto que es una película de Tati, pero es mi película de Tati. Evité el humor negro para buscar su poesía natural. A veces describo a mis personajes de una manera demasiado chirriante, pero no en esta cinta». En definitiva, una nueva muestra del genio del cómico francés al que, al contrario que este prestidigitador, el paso del tiempo no le ha pasado ninguna factura.


Las cuatro caras del Sr. Hulot
«Las vacaciones...» (1953)

Se trata de la primera de las cuatro películas que Tati dedicó a un personaje que se ha convertido en un icono del cine cómico. En «Las vacaciones del Sr. Hulot», las meteduras de pata del personaje en una pensión familiar en la costa serán el germen de desternillantes «gags».
«Mi tío» (1958)
En la segunda entrega de este personaje, que le valió el Oscar a la mejor película extranjera, Hulot aparece por primera vez con la gabardina y los calcetines a rayas característicos. El contraste entre tradición y modernidad, uno de sus grandes temas, se trata en esta cinta con la presencia de Hulot en una casa ultramoderna.
«Playtime» (1967)
Hulot se enfrenta de nuevo a la modernidad en esta película, una gran producción que tuvo graves problemas de distribución. Tras su fracaso en el ámbito comercial francés, Tati no consiguió estrenarla en Estados Unidos, por lo que su productora quebró y, durante un tiempo, le quitaron los derechos de sus películas.
«Trafic» (1971)
Inmerso en una situación financiera complicada, Tati encarna por última vez a su personaje fetiche, en esta ocasión, un hombre ya integrado en el «sistema»: es un diseñador de coches en una pequeña empresa parisina que inventa una forma de transformar una camioneta en una autocaravana.