Murcia

OPINIÓN: Veranos

La Razón
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Hay muchos, cada generación tiene el suyo, con sus propias señas de identidad. Yo soy del verano de la sandalia cangrejera blanca calada: ¿Las recuerdan? Aquellas zapatillas de goma con la hebilla plateada al lado que terminaba oxidándose, con huecos cuadrados; el pie resbalaba dentro incómodamente por el sudor, insoportable mejunje negro, lo peor… cuando el meñique se escurría y salía disparado por uno de los huecos, ¡qué daño! Soy de Verano Azul (1981), siendo aún muy pequeña, de los veranos en tempo lento, sin prisas, cuando la «flecha del tiempo» de la edad aún no se había vuelto vertiginosa y cada verano era una eternidad repleta de sensaciones, fiestas con Mirinda, comidas familiares, los primos de fuera que vienen, jugar con tus hermanos, viajar en el Seat sin cinturón de seguridad, barbacoas en casa, tus padres y sus amigos se arrancaban a bailar y te retorcías avergonzado. Y por supuesto mar, playa, playa. Un cubo y una pala y no necesitabas más. ¿Qué señas de identidad propias de sus veranos serán las recordadas por los niños de hoy? Lo cierto es que ahora parecen necesitar más para divertirse, están muy estimulados y sin sus estímulos (la Wii, los videojuegos, la Play, Tuenti, Chat…) se abuuurren. Estos niños hartos de sexo y violencia por T.V… ¿Qué recordarán con ternura? Ciertamente, el verano es el verano, su felicidad intrínseca, incomparable e inherente, sean cuales sean sus particularidades de una década u otra. Y siempre el Sol.