España
La verdadera política social por Javier ARENAS
Hoy por hoy, en España todas las razones señalan la dirección del cambio. Aunque la crisis económica domina el escenario, no hay que obviar el problema político, que no es otro que la falta de credibilidad y confianza. El dinamismo económico que puede generar empleo sólo es posible con un gobierno que transmita confianza al conjunto de los españoles y, sobre todo, a los inversores, a los pequeños y medianos empresarios y a los autónomos, que son el motor del empleo en nuestro país. Hoy por hoy, nadie, ni dentro ni fuera de España, confía en un Gobierno carente de liderazgo y de prestigio. Por eso, el cambio político abrirá la puerta a la confianza y será el primer paso para crear empleo.
El PP tiene lo que no tiene el PSOE, un liderazgo solvente y fiable en Mariano Rajoy, un equipo preparado para gobernar en la dificultad heredada del socialismo, un programa con soluciones basadas en el reformismo, y, lo principal, la confianza de los españoles, ya adelantada en las elecciones autonómicas y municipales.
Dicho lo anterior, la primera y principal razón para la urgente necesidad de cambio en España es la insostenible cifra de paro. Más de cinco millones de desempleados en España –1,2 millones en Andalucía– y casi la mitad de los jóvenes sin oportunidades de empleo no es un daño colateral de la crisis, es un daño frontal y la clave de la dificultad actual para empezar a superarla.
Hay que atajar el paro para plantar cara a la crisis, y para eso hay que generar riqueza. No hay mejor política social que crear empleo. El gran objetivo del gobierno del PP es, sin duda, el empleo.
Frente a las demagogias electoralistas de los últimos días, tenemos que tener claro que es la iniciativa de los emprendedores la que genera puestos de trabajo y, por tanto, hay que hacer reformas que inciten, y no disuadan, a quien está dispuesto a crear un puesto de trabajo.
Mariano Rajoy ya ha avanzado algunos aspectos de la reforma fiscal de su programa de gobierno dirigidos a facilitar la autofinanciación de las empresas, reduciendo la tributación a las que reinviertan sus beneficios. También es imprescindible una reforma del sistema financiero, especialmente de las cajas de ahorro, para activar el crédito, ya que sin crédito no puede haber inversión ni empleo.
Un tercer eje fundamental para lograr el objetivo del empleo es una reforma laboral que simplifique la tipología de los contratos, eliminando la temporalidad como norma y creando un contrato indefinido estándar. En el marco de esta reforma, debemos crear un marco laboral específico para los autónomos y microempresas y mejorar la negociación colectiva para que las decisiones se puedan adoptar en los convenios entre empresarios y trabajadores. La negociación con los agentes sociales es imprescindible y en este aspecto, la capacidad de diálogo demostrada por los gobiernos del PP entre 1996 y 2004 es un antecedente tranquilizador. Flexibilidad para la empresa y estabilidad para el trabajador.
El motor del empleo no son las administraciones, pero el sector público también tiene algo que decir y la palabra clave es austeridad y ahorro del gasto superfluo. Más allá de eslóganes electoralistas no se puede llamar recorte social a planes que, mediante el ahorro de lo prescindible, persiguen el objetivo de preservar la política social en prestaciones claves en el Estado del bienestar como la educación o la sanidad. Hace tiempo que defiendo en Andalucía y en España que todo el ahorro que consigamos se destine a la educación y las políticas sociales. La austeridad es un avance social.
La gran política social no es presumir de ser líderes en pagar prestaciones a los desempleados, a las que, por cierto, tienen derecho. La gran política social es crear empleo. Cuantos más españoles trabajen y generen riqueza, más ahorro habrá en las prestaciones de la Seguridad Social, más recaudación, más recursos para desarrollar el Estado del bienestar y mejores pensiones.
Cuando en 1996 fui ministro de Trabajo y Asuntos Sociales sufrí las consecuencias de la política de los gobiernos socialistas. Sucedí a José Antonio Griñán y nos dejó la Seguridad Social y el Insalud quebrados. Sé, pues, de qué hablo y sé que con otras políticas es posible ahorrar para mantener el gasto social. Son circunstancias distintas, pero la herencia viene a ser la misma en otras dimensiones, más críticas: déficit, deuda y gastar lo que no se tiene en contra del sentido común y del mismo sentido del Estado del Bienestar del que tanto se vanaglorian los que lo han puesto al borde del abismo.
Javier Arenas
Pte. PP de Andalucía
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