Jaén

María Rosa: «Tengo la espalda llena de clavos»

Con firma propia.Profesión: bailarina. Ahora dirige su propia compañía. Nació: en 1937, en Andújar (Jaén). Por qué está aquí: le han concedido la Medalla de Oro del Trabajo. En enero abrirá una escuela de danza en Madrid para todas las edades.

María Rosa: «Tengo la espalda llena de clavos»
María Rosa: «Tengo la espalda llena de clavos»larazon

–Medalla de Oro del Trabajo. ¿Lo suyo ha sido trabajar o gozar?
–Gozar. He vivido para bailar, no he bailado para vivir. Y decidí dejarlo cuando ya no podía más: me operaron de tres hernias discales. Tengo la espalda llena de clavos.

–Echará de menos muchas cosas...
–Sobre todo al público. Caí en una depresión cuando dejé el baile, pero mis tres nietas me levantaron.

–¿Un momento de gloria que no olvidará nunca?
–Los veinte minutos de aplausos que recibí de un público puesto en pie en mi primer viaje a la URSS. Eso no se puede olvidar.

–El trabajo aleja de nosotros tres males: el hastío, el vicio y la necesidad.
–Nunca he conocido el hastío y sólo el tenido el vicio de bailar. Me alejó de la necesidad, sí, pero arriesgué mucho. Considero que he sido valiente.

–Fue la primera bailarina de Concha Piquer. ¿Qué aprendió de ella?
–A estar en el escenario.

–Y, también, primera bailarina de Antonio. ¿Qué aprendió de él?
–Todo, de Antonio lo aprendí todo. No hice «El amor brujo» hasta los 56 años. Yo tenía dudas de si podría. Él me preparó: me hacía bailar «La danza del fuego» once veces al día.

–Pocos saben que en Hollywood realizó una prueba para trabajar en la película «West Side Story»...
–Y no logré el papel porque no sabía hablar inglés. La verdad es que mi vida hubiera cambiado bastante si me hubiese quedado allí, pero gané algo de dinero y me vine para España. Me tiraba la familia.

–Los bailarines se quejan de vida sacrificada...
–Mi mayor sacrificio fue separarme de mi hija cuando era pequeña. Y también privarme de comer lo que me gustaba.

–Ahora se puede vengar...
–No. Me sigo sacrificando porque no quiero ser una vieja rechoncha.

–Su padre fue artillero republicano, pero usted no fue una mujer cañón...
–No. Me hubiera gustado tener 5 centímetros más, pero...

–Y ahora, ¿qué hace, cómo es su vida?
–Soy muy marujona: hago la compra cada día y me encanta hacer comida para toda la familia. También voy al cine, al teatro, cuido de mis tres nietas...

–No sé si es rica...
–No he sido rica nunca; gané mucho, viajé, lucí modelos caros; ahora compro mi vestuario en Zara y viajo mucho menos. Puedo ser muy austera.

–Pero que le quiten lo «bailao»...