«La cara oculta»: Ojos que ven

Ojos que no ven, corazón que no siente. Lo malo es que veas y nadie lo sepa. Descubrir, de pronto, que el dolor por la pérdida dura menos que un viaje en noria. Los primeros compases de la película dirigida por Andrés Baiz desconciertan y aburren un poco: la pareja formada por Adrián, atractivo director de orquesta (el todavía rígido Quim Gutiérrez) y Belén, su pareja (inspirada, efervescente Clara Lago), deciden abandonar España para trasladarse a Bogotá, donde se hará cargo de la Orquesta Filarmónica. Allí alquilan una hermosa casa de campo propiedad de una enigmática alemana y todo va bien hasta que ella sospecha que Adrián anda en amores con otra. A partir de ese momento, este psicothriller en la línea de filmes norteamericanos como «Lo que la verdad esconde» (aunque los tiros van por otra parte) toma cuerpo y peso dignos en un giro de la trama inesperado y del que no diremos ni palabra para no chafarles la sorpresa. Amor, celos y traiciones claustrofóbicas varias para una historia que acaba resultando sugerente e inquietante si obviamos ciertos desajustes del guión y un pequeño detalle: la plana ambigüedad del protagonista masculino, por el que, sin embargo, una mujer está dispuesta hasta a convertirse en carcelera.