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OPINIÓN: El final de la escapada

La Razón
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Zapatero ha cambiado su gobierno, y con ese cambio ha iniciado un regreso a los orígenes. Cuando alguien siente que está en peligro su entorno (como los talibanes creen que Occidente amenaza la Dar Islam, la casa del Islam) se retrae al pasado, a los fundamentos, a las «esencias», porque en ese lugar se siente seguro: las sociedades abiertas, en efecto, son más complejas, pero también más justas y democráticas.
En este cambio de Gobierno Zapatero ha renunciado a dos de sus divisas más caras: la Vivienda y la Igualdad, dos ministerios que ahora desaparecen –junto a la paridad ministerial- como en un resignado canto de la palinodia. Y al mismo tiempo se ha rodeado de gente del partido, algunos viejos conocidos del felipismo. Hay quien piensa que ha decorado la Moncloa con ese aire de familia porque ya no tiene quien le quiera, es decir, porque no tiene a quien llamar de prestigio fuera del partido. Y puede que tenga razón quien así piensa ¿Quién va a querer comprometer su crédito o su carrera para un año de vida ministerial abocado, después, al presumible fracaso electoral?
Pero yo prefiero pensar en la metáfora del origen, del cobijo conocido, como los toros caminan tiritando hacia los chiqueros cuando presienten la muerte.
Intuyo que Zapatero no se presentará a la reelección, aunque quién lo sabe. Tal vez sea éste un último gesto de dignidad de quien también presiente el final: «Si he de morir lo haré en casa, rodeado de los míos». O simplemente, ha iniciado la despedida de los invitados dando por concluida la velada para, al fin, retirarse a sus aposentos, como hacían las viejas damas.