Cuba

El vicio de «okupar» por Jorge Urosa

La Razón
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Parece que los asaltantes del Congreso no eran ni tan espontáneos, ni simples ciudadanos normales indignados y sobre todo ni tan desorganizados como pretendían hacernos ver. Resulta que no eran tan inocentes, que organizaban concienzudamente su actividad política y sus tácticas de lucha en las manifestaciones desde un cuartel general situado en la plaza de Lavapiés. Recientemente han sido desalojados de un edificio en esa plaza de Madrid y ayer mismo volvieron a ocuparla durante unas horas como si de la Comuna de París se tratara.
 El caso es que por fin podemos hacernos una idea de lo que nos plantean estos chicos, que supuestamente sólo hacían uso de su libertad de expresión, y que en ningún caso, según la Audiencia Nacional, tenían la intención de asaltar el Congreso ni de perturbar sus sesiones. Lo que nos plantean es una sociedad colectivista, un camino sin retorno al comunismo en su forma más arcaica, la vuelta a un sistema fracasado que ha alienado a miles de hombres durante décadas y que sigue aplastando la libertad de millones de personas; nos proponen sin duda el maravilloso panorama de Cuba o de China.
Pero si creen que exagero quizá bastaría con no disparar tan lejos, con no elucubrar y simplemente preguntar a los vecinos de barrios donde existen casas ocupadas desde hace tiempo –estoy seguro de que nos cantarán las bondades de estos chicos y de lo productivos que son para el barrio–. ¡Vamos, que Durruti en el alto Aragón estaría orgulloso de ellos!