Barcelona

Kennedy tenía un precio

Se acaba de subastar el ataúd en el que fue enterrado Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy. De aquel suceso se ha vendido hasta la ventana desde donde disparó

Momento de la detención de Oswald en el edificio de Dallas desde donde disparó a Kennedy. Abajo, el ataúd donde fue enterrado
Momento de la detención de Oswald en el edificio de Dallas desde donde disparó a Kennedy. Abajo, el ataúd donde fue enterradolarazon

Hay muertos incómodos y difíciles de enterrar. Eso le pasó a un muchacho veinteañero, empleado del almacén de libros de texto de Dallas y desde el 22 de noviembre de 1963 uno de los hombres más odiados de la historia reciente de Estados Unidos. Se llamaba Lee Harvey Oswald y, según la Comisión Warren, ese día cambió el futuro de su país al disparar tres certeros tiros que hirieron de muerte al presidente John F. Kennedy. Tantos años después, aún no se ha podido aclarar si realmente Oswald pudo cometer el crimen.

Lo único seguro es que dos días más tarde él mismo era víctima de otro tiroteo cuando un oscuro tipo llamado Jack Ruby sesgaba su vida ante la Policía de Dallas y las cámaras de televisión de todo el mundo. Los secretos de Oswald acabaron con él debajo de una lápida barata, en el Shannon Rose Hill Memorial Park, un cementerio de Fort Worth (Texas).

Oswald tuvo más de un entierro. Poco después de su asesinato, comenzaron a surgir rumores que cuestionaban su muerte. Los amigos de las conspiraciones y las paranoias sospecharon que todo había sido una operación para ocultar a alguien que sabía demasiado. Al supuesto asesino se le ha señalado como posible agente de la CIA o informador del FBI. Si existen pruebas, no han aparecido. Lo único cierto es que, en octubre de 1981, hubo que desenterrarlo y volver a enterrarlo tras una disputa entre la viuda y el hermano del difunto.


Tras identificar lo que quedaba de Lee, sus restos fueron colocados en otro ataúd y vuelto a enterrar. El primer féretro se ha convertido en un morboso objeto de subasta y hace unos días fue vendido por 87.469 dólares, unos 66.000 euros. La pieza de madera podrida había estado durmiendo el sueño de los mortales en la Funeraria Baumgardner hasta que el propietario de la caja, Allen Baumgardner, pensó que esta joya de la necofilia podía venderse al mejor postor en Nate D. Sanders, una casa de subastas. No es la primera vez que el asesinato de Kennedy se acerca a una subasta. Se ha intentado vender todo aquello que no ha acabado en los archivos nacionales de Washington.

Probablemente, la pieza más sorprendente es la que apareció en febrero de 2007 en el portal de subasta Ebay. Fue la ventana y el marco desde el que alguien, especulemos que se trate de Lee Harvey Oswald, disparó el 22 de noviembre de 1963. La familia propietaria de esta pieza se embolsó unos 3 millones de dólares. Éstos habían retirado la pieza del edificio en el que se encontraba, el Texas School Book Depository, porque la gente se llevaba trocitos del marco como recuerdo. Tras la subasta, un vecino de Tennessee afirmó que, años después del asesinato de Kennedy, compró el edificio donde se encuentra el depósito de libros y se llevó la ventana cuando abandonó Dallas.

Durante años, el hermano de Jack Ruby estuvo pleiteando con el Gobierno estadounidense para recuperar algunas de las pertenencias personales del asesino de Oswald. Entre los objetos destacaba el arma del crimen, posteriormente convertida en una de las joyas de la colección privada de Anthony Pugliese, un agente inmobiliario que le cogió el gusto a hacerse con piezas emblemáticas de la cultura popular, como el látigo de Indiana Jones, el vestido de novia de Madonna en «Like a virgin» o un pincel de Andy Warhol. Pugliese pagó por el revólver modelo Colt Cobra.38 Spl unos 200.000 dólares en 1991 y, en 2008, decidió venderlo en una subasta en un casino de Las Vegas junto con el resto de su colección. Antes, Pugliese vendió las balas de Ruby que no se habían empleado en el tiroteo que acabó Oswald, dinero que teóricamente fue a causas benéficas. Sin embargo, en marzo de 2008 nadie quiso adquirir el arma del crimen.

Tras los sucesos de Dallas, la secretaria personal de Evelyn Lincoln se quedó numerosos documentos y objetos personales relacionados con su anterior jefe, vendiéndolos casi en su totalidad a un coleccionista llamado Robert White. A la muerte de White se subastó la totalidad del fondo sobre los Kennedy reunido durante años, 1.600 objetos que iban desde dibujos de la pequeña Caroline, notas escritas por Jacqueline, un mapa relacionado con la crisis de los misiles en Cuba o un reloj Omega que en su día llevó el presidente.