Zamora

Curbelo

Es coherente que un detenido por pretender irse de un prostíbulo sin pagar no pueda ir en una lista del PSOE

La Razón
La RazónLa Razón

Bien por Elena Valenciano. La apoyo calurosamente. No por cómo esté dirigiendo la campaña del candidato Rubalcaba –que eso lo dejamos para otro día–, sino porque un individuo como Casimiro Curbelo, el aún presidente del Cabildo de la Gomera, no puede presentarse a las elecciones generales del 20-N para volver a ser senador, lo digan los afiliados, los militantes, los simpatizantes y el PSOE gomero en pleno. A los votantes, por si les hubiera pasado por la cabeza semejante posibilidad, no se les puede dar la oportunidad de elegirle. Este hombre no puede ir en lista alguna. «Es una vergüenza», dijo Valenciano hace tres meses al conocer el episodio que protagonizó en un prostíbulo de Madrid, deseando un cáncer a los policías que acudieron a detenerle e insultándolos con epítetos como borrachos, hijos de puta y terroristas. Tres meses después de aquel lamentable episodio, cuando el Comité Insular de los socialistas de la Gomera ha votado la candidatura de este ejemplar por unanimidad, Valenciano ha vuelto a sus trece. Curbelo no puede concurrir a las elecciones generales. Y tiene razón. Aunque haya que torcerle el brazo a los socialistas gomeros. Si se ha hecho en Zamora para llevar encabezando las listas al ministro Antonio Camacho, con más razón se ha de actuar en este grosero caso.

Personalmente, nunca compartí que Zapatero antepusiera hacer gobiernos paritarios a la formación de buenos gobiernos. Pero hay que reconocerle a él, y a su generación de partido, el apoyo que durante estos años han dado a las mujeres. Es más, tras la moda de los gobiernos paritarios, Rajoy eligió para sus puestos claves en el PP también a mujeres, como a María Dolores de Cospedal para la Secretaría General y a Soraya Sáenz de Santamaría para la Portavocía del Congreso. Por lo tanto, es coherente que un detenido por pretender irse sin pagar de un prostíbulo, a puñetazos batientes no pueda ir en lista alguna del Partido Socialista. Es coherente y moralmente obligado.

Sorprende, sin embargo, que el PSOE no le expulsara de sus filas cuando, tras el escándalo, sólo dimitió como senador y no como presidente del Cabildo. Los socialistas, muy divididos en Canarias, no han querido abrir más brechas en sus filas, actitud que hay que afearles. Éste es, por lo tanto, el momento de hacerlo. Ante el nuevo desafío, la desobediencia, la instigación, la osadía y la intriga para presentarse como cabeza de lista y conseguir –a cambio de vaya usted a saber qué favores– la unanimidad de sus compañeros de filas, el PSOE debería actuar con contundencia. Y expulsarle. La calle es el sitio para Curbelo. Y si sigue presidiendo el Cabildo, que sea como independiente o desde su propio partido. No es aceptable que el PSOE tenga entre los suyos a este individuo. Como tampoco es aceptable que desde el Partido Socialista se critiquen a personajes como Berlusconi y luego a nuestros berlusconis domésticos les demos cobijo en casa.