Ferias taurinas
El toreo en sí mismo por Julio APARICIO
Se me pidió a la hora de escribir este artículo que definiera cómo era el concepto de la lidia del maestro Chenel. Y resulta complicado desmenuzarlo, porque Antoñete era el toreo en sí mismo. En la definición de toreo, él está presente. Como se suele decir, debería salir su fotografía al lado. Por su torería y personalidad, su temple, su colocación, el conocimiento de los terrenos y los espacios que le daba a los toros, por tantas cosas... Figura de las buenas de los pies a la cabeza, porque tenía cara de torero y andaba como nadie por el ruedo.
Mi pregunta es: si se nos van los buenos, ¿de quién van a aprender ahora los que están empezando? Antonio era un maestro. Cada tarde era una tarde magistral. Mi propio hijo vivió muchas de esas lecciones viéndole torear. Era un acérrimo admirador suyo. Sé que está muy afectado, igual que yo. Por eso, después de aquella tarde suya inolvidable en el San Isidro de 1994, mi Julio tuvo bien presente a Antoñete, una de sus fuentes de inspiración. Unos años antes, yo había sido el padrino –que no maestro– suyo. Le di la alternativa en la Feria de la Magdalena de Castellón en 1953, con Pedrés como testigo y toros de Francisco «Curro» Chica. «Sólo torea como tú sabes, Antonio, que Dios te dé mucha suerte», le dije. Fueron mis únicas palabras en la ceremonia. Lo conocía y sabía que si toreaba como le había visto de novillero, tenía delante a una figura de época. El tiempo ha dado la razón.
Parece que no ha pasado el tiempo desde que nos conocimos por medio de Paco Parejo, su cuñado y mayoral de la plaza, gran amigo mío. Él nos invitaba a los dos a los tentaderos que organizaba la empresa de Madrid en las fincas de Casatejada. Allí, se juntaba lo mejor de la profesión. Toreros muy buenos. De los caros.
En esos tentaderos, se fraguó una preciosa amistad de la que me siento orgulloso. Aparte quedaba siempre la rivalidad que teníamos en el ruedo. Le vi cuajar grandes faenas. Recuerdo una extraordinaria en Burdeos con un toro de Palha la tarde de la alternativa de Jerónimo Pimentel. Pero por encima de todo está la persona y Antoñete fue un hombre noble, nunca se metió con nadie. Un señor. Hoy, todos –yo seré el primero en hacer el esfuerzo– deberíamos acudir a Las Ventas, a su plaza, y darle el adiós que se merece.
Matador de toros y padrino de alternativa de Antonio Chenel «Antoñete»
Julio Aparicio
Matador de toros y padrino de alternativa de Antonio Chenel «Antoñete»
✕
Accede a tu cuenta para comentar