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Palop inmenso por Julián García Candau
Los prolegómenos del partido marcaban la noche para la tristeza. La recaída de Abidal llevó a sus compañeros a vestir la camiseta dándole ánimos. La sociedad barcelonista estaba de luto por la muerte de Estanislao Basora, uno de los grandes extremos de su club y de la Selección nacional, por cuya memoria se guardó un minuto de silencio. También entre el público hubo gestos solidarios por el defensa barcelonista. Pero el fútbol es, al final, una fiesta y en ella pretendieron convertir la noche los jugadores. Por parte azulgrana, todo el equipo. Por parte sevillista, el portentoso guardameta Andrés Palop, a quien los años, como a los vinos viejos, le han otorgado solera.
Salió el equipo barcelonés a su aire y dos aciertos rematadores inclinaron la balanza de su lado en menos de media hora. Y ello pese a que Palop, desde antes de recibir los goles de Xavi y Messi y hasta el final, hizo auténtica exhibición de colocación, salida a por quien entra franco con el balón, e intuición para adivinar por dónde va a salir el remate. Sin Palop, el partido habría alcanzado resultado escandaloso en tan sólo media parte. Xavi, Messi y sobre todo Pedro, y después Alexis, fueron incapaces de batirle en jugadas de mano a mano. Fue auténtico mago. El Sevilla hizo gran esfuerzo por remontar el partido, pero todo su potencial está en las incursiones de Navas y el espíritu rematador de Kanouté. Fue muy poco para el fútbol-control ejercido por el Barça. Pero luchó.
Posdata. Piqué está algo distraído, pero Mascherano está en lo que celebra.
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