Cuando se abarca todo

Sin ningún género de dudas es un lugar que «atrapa», un local en el que se sabe cuándo se entra, pero no cuándo se sale. No es sólo un bar, ni un restaurante ni un punto de encuentro de lo que ahora se conoce como «afterwork», ni simplemente una discoteca, lo es todo a la vez. La verdad es que es difícil escribir un perfil sobre el Eccola Kitchen Bar, ya que reúne todas estas características y seguro que alguna más. Abre sus puertas a las ocho de la tarde y a partir de ahí todo es posible. Puesto que es un concepto innovador dentro de la noche madrileña y del negocio de la hostelería, este «restaurante-discoteca» crea el ambiente necesario para que el cliente perciba en qué momento de la noche se encuentra. Entre las cosas que más impresiona está su diseño, donde las mesas altas y bajas, en las que se pueden degustar esquisiteces culinarias y los mejores combinados habidos y por haber, conviven, junto a un par de barras –una de ellas sólo de ginebras premium–, en un mismo espacio que permite e impulsa la convivencia de diferentes quhaceres en un mismo momento y lugar.
A medida que transcurre la noche y las cervezas y vinos de la cena van convirtiéndose en copas –hay que decir que el propio local incita a ello, ya que la intensidad y los tonos de las luces van variando y el «dj» se deja llevar por géneros más fiesteros–, el «Eccola» sufre una transformación impresionante. En cuestión de media hora y sin saber cómo, uno pasa de estar en un restaurante a un local de copas sin moverse de la mesa. Esto, además de la comodidad que supone, tiene un punto divertido, puesto que en los primeros instantes de la noche es un lugar apto para todas las edades, donde los más jóvenes y los más maduros comparten ocio. En el fondo esto es algo muy normal y, sobre todo, teniendo en cuenta que en cuestiones de paladar no hay años que valgan.
Ofrece la posibilidad de tomar un aperitivo o una copa después del trabajo, saborear las raciones y los platos de la carta, digerir bien la cena en un ambiente diferente, acudir a primera hora de la madrugada para empezar con unos gin-tonics envidiables y, si surge, quedarse hasta el cierre, que por poco no alcanza la luz del día. ¿Para qué moverse?