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Rajoy promete cumplir para que España esté en el núcleo duro
Dice que acatará el déficit y hará una reforma laboral y del sistema financiero. Pide que se active con urgencia la financiación para corregir la «hemorragia de la deuda» Propugna la senda del ajuste presupuestario del pacto franco-alemán
MARSELLA- «Necesitamos reducir el riesgo de nuestra deuda soberana, acometer reformas estructurales que fomenten tanto el crecimiento como la competitividad, estimular el ahorro y hacer crecer nuestras exportaciones», proclamó ayer el Mariano Rajoy que hizo valer ante sus homólogos del Partido Popular Europeo (PPE) la mayoría absoluta que ha conseguido en las urnas como la garantía de que podrá aprobar con urgencia los ajustes del gasto y las reformas comprometidas.
Él cree que esa mayoría le otorga una legitimidad superior a la del Gobierno italiano, de quien quiere distanciarse en las formas y en el contenido de su política. Por cierto, el próximo presidente del Gobierno también presentó como aval de su palabra la gestión del Ejecutivo de Aznar entre 1996 y 2004. En aquella etapa, España «siempre» cumplió el Pacto de Estabilidad.
El europeísmo es hacer ajustes presupuestarios, eliminar gastos improductivos y hacer planes fiscales a largo plazo. El europeísmo que defendió Rajoy en su estreno internacional exige seguir la senda del eje Merkel-Sarkozy de la mayor disciplina, el mayor rigor presupuestario y los controles adicionales para evitar que una crisis como ésta se vuelva a repetir.
Ante el plenario del PPE entonó la música de Berlín y París, aunque colocándole algunos acentos que miraban directamente a nuestros intereses nacionales. Como ayer informó este periódico, en paralelo al contundente apoyo oficial Rajoy también está haciendo llegar a Alemania y a Francia el mensaje de que España cumplirá, pero que no hay salida sin que vayan eliminándose poco a poco las dificultades financieras para los países que cumplan con sus deberes. Es decir, que se abra el grifo del Banco Central Europeo (BCE). Y esa petición de ayuda se tradujo en el plano público en la defensa de la integración y la coordinación, y en el reclamo de que sin más dilación se pongan en marcha todos los medios y recursos disponibles para «contener la hemorragia de la deuda soberana». Rajoy ha avalado los eurobonos, y no renuncia a ellos como salida en el futuro, aunque ahora la prioridad sea la consolidación fiscal.
Su primer discurso europeo adquirió un significado especial por concretarse en vísperas de la cumbre de la UE que se abrió anoche bajo las dudas sobre la viabilidad de un consenso en torno a la propuesta franco-alemana. Adelantándose a lo que hoy ocurra en Bruselas, Rajoy confirmó su apoyo a crear un entorno de mayor seguridad, un mayor rigor presupuestario y a modificar los tratados, si hace falta, como reclaman los dos grandes. «Hagamos todo lo necesario para fortalecer la Unión Europea, puedo adelantarles que España apoyará decididamente este proceso», puntualizó.
Su estrategia tiene dos patas: la de situarse en el núcleo de cabecera de la refundación europea y la de presentarse ante sus socios como el líder de las reformas. Ese ser creíble y generar confianza justifica que a diferencia de otros primeros ministros él sí solemnizase sus principales líneas de actuación: la consolidación fiscal y «cumplir impecablemente con los objetivos de déficit»; reformar el mercado laboral y reestructurar «de manera definitiva» nuestro sistema financiero para restablecer el crédito «cuanto antes».
De ese enunciado destaca el compromiso expreso con una «profunda» reforma que flexibilice las relaciones laborales, la única medida en la que no ha respetado la regla de oro de esperar hasta ser investido presidente y ya ha activado el diálogo social con el mandato previo de que quiere tener los primeros resultados a principios de enero. Nuestro mercado de trabajo –explicó– padece rigideces que dificultan la recuperación del empleo para aquellos que lo han perdido y pone trabas a la incorporación de los jóvenes al proceso productivo.
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