Cambios en el PP
Ana de Aznar a Botella
Militó en el partido antes que su marido y nunca fue de «mujer de»
MADRID- Trabajadora incansable, apasionada y, por encima de todo, familiar. Éstos son los cuatro adjetivos que más se repiten entre los colaboradores y amigos de la que puede convertirse en la primera alcaldesa de Madrid. El futuro profesional de Ana Botella ha dado un giro de 180 grados tras la entrada de su actual «jefe», Alberto Ruiz-Gallardón, en la lista al Congreso que encabezará Mariano Rajoy. Militante popular desde antes incluso que su marido –se afilió a Alianza Popular en 1978– la delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid ha pasado en los últimos años de ocupar un entregado puesto como «primera dama», a la primera línea política. Entonces no se imaginaba ni por asomo que algún día podría estar entre las candidatas a coger el bastón de mando de regidora de la ciudad en la que nació hace 58 años. Al menos así lo asegura una buena amiga de Botella: «Nunca se ha limitado a ser "mujer de". Siempre que se le ha pedido ha participado en cuestiones del partido, pero ¿pensar en la alcaldía? ni mucho menos, a Ana lo que le gusta sobre todo es participar en los proyectos».
A pesar de su vinculación «de siempre» a las actividades del Partido Popular, Gallardón tuvo que insistir bastante a la que podría ser su sucesora para que le acompañara en la lista del Ayuntamiento en el año 2003. «No estaba muy decidida, pero Ruiz-Gallardón no erró cuando pensó en Ana para lograr un equilibrio entre todos los sectores del partido», explica un miembro del gabinete del aún regidor madrileño que destaca la lealtad de la concejala al «número 4» de Rajoy. Y es que a Botella no le han faltado ofertas de administraciones de mayor envergadura que la de la capital. En 2007, incluso, llegó a renunciar a una propuesta de Esperanza Aguirre para formar parte de su lista electoral. «Se quedó por su larga amistad con Alberto pero sobre todo porque no le gusta nada jugar a dos bandas en una época difícil entre Comunidad y Ayuntamiento», señalaron las mismas fuentes.
Como gestora al frente primero del área de Servicios Sociales y de Medio Ambiente, en la actualidad, de Botella sus colaboradores alaban su sentido común y su interés por sobrepasar el plano superficial de las cosas. «No deja una carta sin contestar y recibe a ciudadanos en su despacho desde la época de Moncloa, dedica tiempo a la gente y se da al cien por cien en cada cosa que hace», asegura una de sus empleadas más cercanas en el Consistorio. «No es capaz de defender algo en lo que no cree y no se le caen prendas por rectificar», aseveran desde el círculo íntimo de Botella a los que la critican por su vehemencia en la toma de algunas decisiones como concejala y a sus, en ocasiones, polémicas declaraciones. Además, añaden, «Ana es muy tolerante y, a pesar de que sus principios son muy sólidos, es respetuosa con la vida privada de cada uno. No la he escuchado un comentario en tono de cotilleo jamás».
En el plano personal sus nietos son, junto a sus hijos, su única debilidad. Botella conserva un grupo de amigas desde la juventud con las que se reúne frecuentemente y es muy detallista con sus colaboradores. «Le encanta hablar de los niños y ejerce muy activamente de abuela, no es extraño ver a sus nietos pasar varios días en casa de los Aznar. Además, es muy detallista, tiene una gran inteligencia emocional y cuida mucho las relaciones personales, de siempre», relata su amiga. Aficionada a la ópera, la pintura y a pasear por Madrid, dicen que José María Aznar solía bromear con su esposa durante su etapa como presidente del Gobierno diciéndola: «Si algún día se cae la Moncloa, a ti no te va a pillar dentro». Pero en su etapa como mujer del presidente no todo fue un camino de rosas. Sus cercanos aseguran que aquellas dos Legislaturas forjaron el carácter de Botella, que supo disfrutar de una etapa repleta de oportunidades para conocer a gente y lugares interesantes y en las que la concejala sufrió especialmente con el atentado que ETA perpetró contra el entonces presidente.
Aunque el nombre de Ana Botella ha ocupado el primer puesto de las quinielas de la sucesión desde la legislatura pasada la concejala, discreta, nunca ha querido comentar en público esta posibilidad. «Por respeto a Gallardón», sostienen los que la conocen, aunque lo cierto es que en los últimos meses sus apariciones públicas han hecho las veces de «rodaje» para lo que muchos ya dan por seguro será su nueva etapa profesional. De hecho, el pasado verano durante la Jornada Mundial de la Juventud, la primera teniente de alcalde ejerció de principal representante del Ayuntamiento en el Vía Crucis que se celebró en el centro de la ciudad. «Si finalmente es alcaldesa lo hará estupendamente, está muy preparada», concluye su amiga. «Ana, te quedas al frente de la ciudad», le dijo Gallardón en 2008 antes de iniciar un viaje promocional de la candidatura de Madrid los Juegos Olímpicos. Ahora, sólo tres años después, esta responsabilidad temporal se puede convertir en permanente.
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