Barcelona
La Generalitat se lava las manos
El sueño de una aerolínea de bandera catalana que que debía servir para propulsar el aeropuerto de Barcelona y ponerlo a la altura de otros como París, Fráncfort o Ámsterdam se ha desvanecido abruptamente.
BARCELONA– La Generalitat puso todo su empeño –y también cientos de millones– en lograr que Spanair fuera a Cataluña lo que es Lufthansa a Alemania o KLM a Holanda, el centro de gravedad de un aeropuerto con múltiples conexiones internacionales. La Generalitat tendrá que perseguir ese sueño por una vía distinta a la de Spanair porque, después de enterrar 140 millones en intentar hacerla viable, ahora quiere desvincularse por completo del futuro de los trabajadores y de la compañía en sí, que deja una deuda de 350 millones.
«El futuro de los trabajadores y de la propia compañía dependerá tanto de sus directivos como de ellos mismos, como es razonable», afirmó el portavoz de la Generalitat, Francesc Homs. La postura del gobierno autonómico es, cuanto menos, sorprendente porque la Generalitat es el accionista de referencia, ya que controla la mayor parte del capital.
El Gobierno catalán transmitió ayer la sensación de sentirse agotado y escarmentado por los esfuerzos que ha hecho para prolongar la vida de Spanair. Homs, en la línea expresada por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, insistió en que se ha hecho todo lo posible para mantener a la compañía a flote hasta que se ha visto obligada a decir basta. Mas admitió que Spanair no podía ser «un pozo sin fondo» a donde arrojar dinero público, aunque la Generalitat se siente orgullosa de haber hecho esta apuesta pese a «las limitaciones propias desde el punto de vista legal y desde el punto de vista de los recursos que se podían disponer en este caso».
El portavoz del Gobierno catalán defendió la actuación de la Generalitat desde que Spanair anunció el cese de sus operaciones. Lo hizo con el argumento de haber organizado un operativo para reforzar el teléfono de información 012 para atender a los clientes afectados por el fin de los vuelos. Según Homs, lo urgente es recolocar a los miles de pasajeros que van a tener que buscarse la vida para ir a sus destinos tras la caída de Spanair.
Lo que no va a poder evitar la Generalitat es el aluvión de reclamaciones con las que se va a encontrar en su oficina de Consumo. Sólo el pasado fin de semana, Spanair tenía previsto transportar a unos 23.000 pasajeros en los 384 vuelos que tenía programados. De momento, ya se cuentan 2.000 reclamaciones.
El dinero de los clientes
En paralelo, Spanair ha comenzado a negociar con la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) una solución para devolver el dinero a los clientes que tienen billetes de vuelos que no llegarán a realizarse. Los afectados podrían superar el medio millón de personas. De momento, la compañía únicamente ha anunciado que devolverá el dinero a todos los clientes que pagaron sus billetes en agencias de viaje mediante transferencia bancaria o en efectivo.
El problema es cómo va a afrontar Spanair la millonaria deuda que ha acumulado. Según «La Vanguardia», asciende a 350 millones, de los cuales debe 149 a la aerolínea escandinava SAS –su antigua propietaria–, 50 a entidades bancarias, diez a la Fira de Barcelona y 80 a diferentes proveedores. Todo ello sin contar con los 9 millones con que el Ministerio de Fomento podría sancionar a Spanair.
La situación es grave porque la compañía no dispone de activos para hacer frente a estos pagos, ya que, por ejemplo, su flota de 27 aviones no es de propiedad, sino que es de alquiler, según confirmó la compañía a Europa Press.
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