Castilla y León
OPINIÓN: Ausencia de recuerdos
Leyendo la novela «Pan negro» de Emili Teixidor, donde evoca las emociones, sentimientos y vivencias de la infancia de un chico, Andrés, el protagonista, se me ha ocurrido una pregunta: ¿Qué recuerdos tendrán de la infancia dentro de 40 años los niños que hoy sólo se divierten con una consola? ¿Qué juegos recordarán? Porque si no tienen la maquinita a mano dicen que se aburren. Los veo en las plazas de los pueblos o en las plazas de las capitales sentados en un banco mirando para una pantalla sin pestañear, con un movimiento de dedos, eso sí, vertiginoso. No hay más mundo a su alrededor que el que proyecta su pantalla. Obviando el calor del verano, el color del otoño, el frío del invierno, el olor de la primavera. La naturaleza. Supongo que algún día les contarán a sus hijos sus batallitas cibernéticas, porque su única memoria es esa, la que tiene la Nintendo de turno. Ese día todo su bagaje autobiográfico de acontecimientos e impresiones vividas en su infancia. En las esquinas de nuestra memoria aún se reflejan las luces que dan brillo a aquellos juegos de la infancia: el peón, el aro, el escondite, la comba, el castro, las canicas, cuentos al amor de la lumbre... Ahora se juega de otra forma, no se juega, se compite; no juegan, sino que consumen productos. Antes los juegos no se pasaban de moda, ahora no duran, hay que comprar otros nuevos. Todo es virtual. Sin contar con las posibles consecuencias: obesidad, aislamiento, indolencia, conductas anti-sociales... Más que su futuro me preocupa su pasado. Su ausencia de recuerdos. Somos más de dos los que pensamos así.
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