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Melilla

«No tenía ni para comprar un cepillo de dientes para mi hija»

La Razón
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MADRID- Acabó entre rejas por no tener qué comer. La desesperación la enfrascó en una pelea callejera con una chica que no conocía. Ni siquiera se acuerda del motivo. Sólo del real. «Me habían quitado a mi hija por no poder mantenerla».


Marlin Alfaro podría ser la encarnación de Fantine (protagonista en «Los miserables», de Victor Hugo) catapultada a nuestros tiempos. Pero por partida doble. Dos abandonos. Dos hijos. Que forman parte del primer informe de Unicef sobre la infancia en nuestro país. La espera no ha dado su fruto: prácticamente uno de cada cuatro niños –un 24,1%– se encuentra en riesgo de pobreza relativa. Es decir, en sus hogares los ingresos son inferiores al 60% de la media nacional.


De la mano de un español llegó Marlin a Cádiz hace dos lustros. Al poco tiempo se quedó embarazada. Y sola. «Estaba casado y me abandonó en cuanto se enteró».


No tenía trabajo, no tenía dónde dormir. «Iba de casa en casa pasando algunos días, pero al final me quedé sin amigos. Llegó un momento en el que no podía ni darle un cepillo de dientes a mi hija», cuenta Marlin. «Tampoco podía pagarme un billete para volver a mi país, no tenía a nadie». La Junta de Andalucía no tardó en retirarle la custodia de la niña.


Decidió probar suerte en Madrid. Y de nuevo, el amor. «Pensé que la etapa anterior había sido una pesadilla y me dejé llevar», se ríe con cierta burla. «Encontré trabajo en un restaurante y me volví a enamorar. Todo iba bien hasta que me llegó la orden de ingresar en prisión. Entonces me dejó tirada, como el anterior».


Un año encerrada la salvó. Allí la pusieron en contacto con la Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos y se ocuparon de su hijo, le proporcionaron una habitación y un trabajo en una casa como niñera y asistenta. «Yo me sentía muy sola, y me han ayudado muchísimo. Después de cuatro navidades creo que podré ver a mi pequeña», se emociona. «Con el dinero que ahorre me la devolverán y, por fin, estaremos todos juntos».


Sin ropa ni material escolar
María (nombre figurado), por el momento, no ha encontrado respuesta a sus rezos. No encuentra trabajo y a su marido, albañil, lo han echado de los últimos cuatro empleos. «Buscamos un piso, no podemos pagar el que teníamos». Mientras, sus cuatro hijos viven en casa de su abuela, en Melilla. «Ella tampoco está en condiciones de mantenerlos, vive de la pensión. No puedo comprarles libros de texto, ni darles dinero para el autobús, porque se quedarían sin comer. Van caminando al colegio, es una hora de trayecto». Y empieza a hacer frío.