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Romney la forja de un líder
Tres años justos después de que Obama tomara posesión como presidente de Estados Unidos, los republicanos han encontrado, al fin, un candidato. Mitt Romney ha salido vencedor, por muy poco margen (ocho votos de diferencia sobre Rick Santorum), de los «caucuses» (asambleas de electores) celebrados en Iowa. Ex gobernador de Massachusetts, un enclave tradicional demócrata, Romney es un político más pragmático que sus colegas del Tea Party, aunque sabe llegar al corazón con valores constructivos y tradicionales (su mitin de clausura fue un recuerdo de la dura lucha de su abuelo, un emigrante que trabajó en las minas), y tiene el reto de forjar un liderazgo como el que construyó el actual inquilino de la Casa Blanca. Quizá este último aspecto haya sido decisivo a la hora de alzarse con el triunfo y haya influido a la hora de recibir apoyos.
Hay que tener en cuenta que Obama, a pesar de las bajas cotas de popularidad que cosechaba hasta ahora, ha conseguido consolidarse como un líder global y, sobre todo, capaz de proponer un programa de clara inspiración demócrata, con propuestas como la reforma sanitaria o leyes muy permisivas sobre inmigración, por más criticadas que fuesen. En un momento de incertidumbre económica, a Romney le ha votado una coalición de grupos republicanos más interesados en derrotar a Obama, que en defender al ultranza el ideario conservador más ortodoxo, aunque suponga apartarse del vigoroso movimiento Tea Party, que ha demostrado en estos años tener la iniciativa sobre los valores morales del partido y de mantener debates intensos en la sociedad norteamericana. De hecho, Romney ha recibido críticas de este influyente sector, ya que cuando era gobernador de Massachussetts cambió su posición en temas como el aborto o el matrimonio homosexual. El apoyo recibido por John McCain, que perdió frente a Obama, resume este perfil capaz de acomodarse a nuevas realidades.
En lo económico ha sido, por contra, claro: eliminar tasas sobre las ganancias del capital y mantener un presupuesto equilibrado, que ha sido, en definitiva, el gran problema de Obama. En un tema especialmente sensible para los votantes republicanos, como es la inmigración, Romney ha sido especialmente concreto en sus propuestas: cerrar con una valla la frontera de México e impedir la legalización de once millones de «sin papeles», uno de los caballos de batalla del mandato de Obama.
Mitt Romney tiene poco tiempo para forjar su liderazgo, que confía en fortalecer en las primarias de New Hampshire que se celebrarán la próxima semana: por primera vez, las encuestas auguran un segundo mandato de Obama, hay muestras de recuperación económica y una crisis con Irán movilizaría a los demócratas decepcionados.
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