Barcelona

Chiqui no estafó a la Seguridad Social por Jesús MARIÑAS

Chelo García-Cortés se somete a las preguntas más comprometidas en ¡Quiero dinero!, el nuevo concurso de «Sálvame Tomate»
Chelo García-Cortés se somete a las preguntas más comprometidas en ¡Quiero dinero!, el nuevo concurso de «Sálvame Tomate»larazon

Solté un «uf» tranquilizador porque ya me escamaba a mí la ausencia televisiva de Chiqui, la pequeña pero inquieta colaboradora de «Sálvame». Estaba como perdida en el campo de esa batalla en la que ciertos días atacan a unos y, otros, a los demás: todos acaban en su paredón. Reposé al conocer la versión oficial: se trató sólo de un retiro momentáneo producto del agotamiento y no tanto de la angustia, porque con la intrépida reportera nunca se ensañaron. Hacerlo les generaría antipatías que ninguno busca, bastante tienen con su propia cosecha.
Tranquiliza saber que no ha pasado nada de lo que especulaban «sotto voce», sobre que Chiqui podría haber sido jubilada anticipadamente al descubrirle un posible fraude a la Seguridad Social, de donde estaría cobrando el paro además de percibir el correspondiente sueldo por su colaboración televisiva. Simple infundio sin base convertido en casi realidad ante su desaparición. No verla levantó sospechas e hizo imaginar males y retiradas como la de Víctor Sandoval, que ahora campa en Sitges, donde se le ve frecuentemente con Alberto, el más revoltoso de los hamaqueros. Actúa como magnífico introductor de embajadores y pone la playa y sus servicios a los pies del colaborador inmortalizado por su historia con Nacho Polo, del que tantó contó en inolvidables tardes televisivas. Son infatigables y está previsto que sigan dándole la paliza a Chelo García-Cortés por su amistad con Sofía Mazagatos. Otra muerta resucitada; a fin de cuentas, son días y fiestas de Difuntos. Le llevaremos flores.
Tras pretender liar a Chelo con Bárbara Rey –que ríe ante semejante absurdo, increíble para quienes sabemos su afición por los pantalones–, sacan del armario, y nunca mejor dicho, la entrega que Chelo tuvo con la Mazagatos de su mejor época, cuando aún se relamía de las heridas propiciadas sentimentalmente por González de Caldas y una Mar Flores con la que formó tándem de enredos. Recuerdo el desfile coruñés donde la hoy señora Merino se lió con el conde Lequio. Casi les ayudé en el traslado de un hotel a otro, posibilitándoles el inicio de la relación, de la que luego Fernández Tapias salió cornudo y apaleado. ¿Por qué han puesto los ojos en Bárbara y no en Sofía o la Pantoja, implicadas también en la vida profesional y amistosa de Chelo, ahora turbada por semejante imaginación descontrolada? No tiene ninguna base, y bien lo sé, que conocí a su pareja Carmen en la Barcelona de los 80 y luego el reposo del guerrero que supuso su esposa, con la que lleva veinte años. Si explotan lo de Sofía es porque da mayor morbo que relacionarla con Bárbara, o su interés por Isabel, cuyo trasfondo conoce como nadie Pepi Valladares. El culebrón está servido.