Consejo de Ministros
Un Gobierno agotado
A pesar de la insistencia del Gobierno en agotar la legislatura, por lo que descarta por activa y por pasiva convocar elecciones anticipadas, lo cierto es que el Ejecutivo está apurando los minutos de descuento y no precisamente con acierto. La falta de coordinación y un aparente desconcierto reinan entre los socialistas. Prueba de ello son las situaciones tan surrealistas a las que está llegando y que dicen muy poco de su eficacia y diligencia, como la aprobación de un Real Decreto para modificar una ley que todavía no estaba aprobada. Sucedió el pasado 1 de julio con la ley de residuos. El desatino llegó con la aprobación de un Real Decreto para un procedimiento que no existía por la sencilla razón de que se refería a un órgano que se crea en la ley de residuos, que aún no había sido validada. Lo fue, justamente, en esa misma sesión del jueves.
Éste es sólo un ejemplo de la sensación que transmite el Ejecutivo socialista: no acepta convocar elecciones anticipadas como se solicita desde casi todos los partidos políticos y desde la sociedad, pero tampoco parece capacitado para llevar a cabo las reformas que la situación económica y social exige que se pongan en marcha más pronto que tarde. Desnortado, sumido en una alocada huida hacia adelante, denota un estado de ansiedad y de precipitación que se antojan perjudicial España. Es una ambición legítima que el Gobierno quiera apurar los últimos meses de la legislatura, pero no es lo más aconsejable para el bien común. Zapatero se ha conjurado para abandonar La Moncloa habiendo hecho todos los deberes. La cuestión es si esos deberes que se ha propuesto son los más adecuados para el país o simplemente responden a una necesidad particular que no se corresponde con las necesidades colectivas. Y, sobre todo, pesan sobre el Ejecutivo el descrédito y la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos, de sus socios comunitarios y de los mercados que observan, entre sorprendidos e indiferentes, cómo este Ejecutivo nos ha embarcado rumbo a un horizonte incierto, pleno de dudas y carente de músculo para disiparlas.
Ante un Gobierno agónico e inane, con poca capacidad de reacción, que tiene que bregar con un entorno económico y social muy complicado de gestionar, la mejor medida, y la más sensata, que podría tomar en la convocatoria de elecciones anticipadas. Todos saldríamos beneficiados. Se imponen discursos nuevos y otra forma de hacer política para enfrentar con unas mínimas garantías las profundas reformas estructurales que debe llevar a cabo España para fortalecer la cohesión social y territorial, estabilizar y consolidar nuestra economía y, por supuesto, generar empleo, la primera prioridad para los españoles en esos momentos. Porque lo que se percibe ahora mismo es que la realidad va muy por delante de la acción gubernamental y que ésta no tiene capacidad para reconducir la situación, desbordada por los datos financieros y económicos. El actual Gobierno está en franca retirada y se nota, por lo que ya es hora de que otros tomen el relevo.
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