Sevilla

El padre de Marta pide un careo entre Samuel y Miguel

Testifican los supuestos encubridores sin conocerse el lugar donde se deshicieron del cadáver de la adolescente

El padre de Marta quiere evitar quedarse con la duda de saber dónde está su hija
El padre de Marta quiere evitar quedarse con la duda de saber dónde está su hijalarazon

Sevilla-Tercera sesión del juicio de los adultos implicados en el «caso Marta del Castillo» y ninguna novedad sobre el paradero del cuerpo de la joven sevillana. Un nuevo revés para la familia, que tras la declaración de ayer de Samuel Benítez no alberga esperanzas de hallar el cuerpo. A las puertas de la Audiencia Provincial, Antonio del Castillo pedía un careo entre Samuel y Miguel Carcaño para «no quedarnos con la duda de qué habría podido pasar si se hubiera hecho y hubiéramos podido sacar esa información». Lo hizo después de escuchar el interrogatorio de los tres acusados que comparecieron ante el tribunal. Además de Samuel, declararon el hermano de Miguel, Francisco Javier Delgado, y la novia de éste, María García, sin que hubiera ninguna novedad importante en el caso, ya que todos volvieron a defender su inocencia ante los hechos aunque incurrieron en «contradicciones y mentiras, que es lo que han sobrado en este caso», aseguró Del Castillo. «Me parece muy fuerte y duro que a partir de hoy todos sean testigos», añadió el padre, ya que se ha terminado el tiempo de la declaración de los imputados. Él mismo tendrá que testificar el próximo lunes cuando se inicien las sesiones así como el menor implicado, «El Cuco».

La ronda de declaraciones comenzó con Samuel, que negó que tuviera implicación en los hechos y aseguró que se encontraba fuera de Sevilla durante las horas en las que Miguel lo involucra. Además, mantiene que la confesión ante la Policía, en la que reconoció que se deshizo del cuerpo de Marta con la ayuda de «El Cuco», fue lograda bajo amenazas y coacciones. «Me fueron indicando todo lo que tenía que decir», ya que si no implicarían «a mis padres y a mi novia», contó Benítez, para luego asegurar que en la comisaría le robaron varias pertenencias personales entre las que se encontraban unos pendientes de oro y los billetes de autobús que justifican que llegó a la ciudad desde Montequinto. Puso de relieve que se prestó a colaborar para lograr que Carcaño ofreciera más información, por lo que mantuvo una conversación con él en dependencias policiales. Allí le preguntó si estaba relacionado con la desaparición de la adolescente. «Mírame a los ojos y júrame que no has tenido nada que ver», le dijo al hasta entonces su amigo, que le respondió con una «mirada de venganza». Como ocurrió el martes con Miguel, concluyó su declaración asegurando que no sabe dónde está el cadáver.

Por su parte, el hermano de Carcaño volvió a rememorar todo lo que hizo la noche del 24 de enero y la madrugada del día siguiente. Visitar a su hija en la casa de su ex mujer, ir a trabajar a su bar y luego ir a tomar una copa a otro establecimiento. Todas estas horas dice que las tiene justificadas y que fue a las 04:00 horas de la madrugada del 25 cuando llegó a su casa, donde le esperaba María. Pese a todo, incurrió en una contradicción, o al menos, volvió a dejar en evidencia las palabras de su hermano, quien dijo el martes que Francisco Javier y Marta «no tenían ‘feeling'». «No me acuerdo de que Miguel me dijera el nombre de Marta, pero si me hubiera dicho Marta o Eva me hubiera sonado igual, pues no la conocía ni de nombre ni de rostro», dijo Delgado, que concretó que si le hubieran puesto una foto de una chica con el pelo corto y negro, y le dijeran que era la joven desaparecida, habría dicho que era Marta, ya que no la conocía.

Se trataba de reproducir el guión de las declaraciones anteriores, no salirse de las pautas marcadas por la defensa y aprovechar que Miguel, en su última confesión, cargaba con las culpas de la desaparición del cadáver a sus dos compinches. «Dos subnormales», como le dice un amigo en una conversación telefónica intervenida que también se escuchó en la sala. En otra, ésta entre ambos hermanos, se escucha cómo hablan de las investigaciones policiales llevadas a cabo en el domicilio familiar a los pocos días de los hechos. Momentos en los que estaba «convencido de la inocencia de mi hermano, por lo que estaba en la obligación de ayudarle y ofrecerle todo mi apoyo». Apoyo y algo más, puesto que otra charla telefónica muestra la complicidad de ambos ante las pesquisas. «Que miren todo lo que quieran. No van a encontrar nada, porque no hay nada que buscar. Esto es cuestión de paciencia», trata de tranquilizar el hermano mayor a Miguel ante sus silencios. «Que sospechen lo que quieran», le concreta en otra conversación antes de que fuera detenido y conociera «la historia que nos ha contado a todos». Su novia, María García, se basó en su declaración inicial y destacó que no vio a nadie en el piso y que aquella noche se dedicó a estudiar; aunque sí dijo que notó que salía del cuarto de Miguel un «olor extraño, pero no amoníaco, sino como una fregona sucia de un bar».


Con la lección bien aprendida de antemano
La declaración de Samuel Benítez era quizás la más esperada por todos después de la de Miguel Carcaño. Ante el tribunal, el que fuera su amigo inseparable, volvió a contar todos los hechos con una precisión milimétrica y negando aquellos que le inculpaban en la desaparición del cuerpo. Nervioso y en algunas ocasiones chulesco, trataba de aportar comentarios y puntos de vista sobre la trama saliéndose así de las preguntas de las partes. Durante una conversación con su madre desde la cárcel de Huelva, se jactaba de que «había recibido un montón de cartas con fotos de niñas», que le mostraban su apoyo.


La contradictoria versión del hermano fiel
Francisco Javier Delgado se mostró ante el tribunal como una suerte de víctima de las mentiras de su hermano Miguel. Dio la cara por él durante las primeras horas de la noche del 24 de enero de 2009, cuando «un señor llamó por teléfono amenazándonos a los dos». Se trataba del padre de uno de los amigos de Marta, que preguntaba si sabían algo de la menor. Semanas después, cuando su hermano confesó que la había matado y violado, compartía tristezas con un amigo al que confesaba que «hasta que no te pasa una cosa como ésta» no te das cuenta de cómo es la gente y que «se le venía un marrón encima».


La mujer que se quedó en la cama
Llegó al piso de León XIII para estudiar y terminó en el banquillo. María García mantiene que aquella noche no vio nada extraño en el piso y niega cualquier implicación en la desaparición del cadáver. Sólo conocía a Samuel y a «El Cuco» de vista y con Miguel tenía un trato muy distante. Aquella noche mantiene que no notó ningún olor especial a limpio, ni abrió las ventanas para ventilar el piso. Sólo terminó de repasar sus apuntes y se acostó a las dos de la mañana. Sobre las cinco, cuando varias personas llegaron buscando a Miguel para conocer el paradero de Marta, ni siquiera se levantó de la cama.