Muere Lina Morgan

Consecuencias devastadoras por Esperanza Dongil

La Razón
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Generalmente, cuando perdemos a un ser querido pasamos por una serie de etapas que constituyen el proceso de duelo: de «shock», de rechazo o negación, de aceptación de la realidad y de reubicación para seguir viviendo. La duración e intensidad de los síntomas se relaciona con los mediadores del duelo: por ejemplo, quién era el fallecido (hijo, pareja, hermano, amigo), naturaleza del apego (cuánto le quería, cuánto le necesitaba), manera de morir (accidental, natural, suicidio...). Estas fases son necesarias para afrontar y superar la pérdida, porque permiten cerrar definitivamente lo sucedido, pero pueden verse bloqueadas por las características concretas del tipo de pérdida. En este caso, la reacción de duelo es mucho más grave y difícil de elaborar porque, al no conocer con exactitud dónde está el cuerpo, no se puede iniciar el duelo, no es posible decirle adiós, realizar el funeral con acompañamiento de familiares y amigos, visitarle en el cementerio... Éstas son estrategias habituales que ayudan a afrontar la pérdida porque al menos se sabe que el ser querido «no está sufriendo». Además, este caso tiene unas connotaciones devastadoras emocionalmente: abuso sexual, dolor y muerte provocada intencionadamente (la muerte accidental es más fácil de aceptar) y tener que enfrentarse al sistema jurídico-penal, con el que no siempre estarán de acuerdo, y a la visión continua de los asesinos.

 

Esperanza Dongil
Psicóloga experta en ansiedad y estrés postraumático