Argentina
«Damos otra oportunidad a los que viven en la extrema pobreza»
La organización chilena "Un Techo para Mi País"ha visto reconocida su labor social al obtener el IV Premio Derechos Humanos Rey de España que otorga el Defensor del Pueblo junto con la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Alcalá. Los galardonados, acompañados por la Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano, y el Rector de la Universidad de Alcalá, Fernando Galván, han sido recibidos hoy en el Palacio de la Zarzuela por Su Majestad el Rey.
- ¿Cómo surge la idea de formar "Un Techo para Mi País?
- La idea surge en 1997, cuando un grupo de estudiantes universitarios, sobre todo de Santiago, empieza a sentir la inquietud de vincular los trabajos de voluntariado con las familias que están viviendo en extrema pobreza, sobre todo en el sur de Chile. Apoyados por el sacerdote Felipe Berrios, construyen las primeras 50 viviendas de emergencia en febrero de 1997. Esta experiencia hizo que los estudiantes conocieran esa realidad-país que no conocían y siguió motivando a la organización a hacer construcciones. Con el tiempo, nos fuimos estructurando y hoy en día estamos presentes en todo el continente.
- ¿Cuántos voluntarios forman parte de la asociación en la actualidad?
- Hemos movilizado a más de 400.000 voluntarios, participando en actividades masivas y no solamente en la construcción de viviendas sino también en los programas de desarrollo comunitario que estamos trabajando en nueve países.
- Todos los voluntarios tienen menos de 30 años y suelen ser estudiantes, ¿Hay alguna carrera de la que sus estudiantes sean más propensos a colaborar con ustedes?
- No, nuestro foco en sí son los jóvenes universitarios de 18 a 30 años. Nuestra vivienda de emergencia tiene una particularidad muy importante y es que es muy fácil de construir, se puede hacer con mano de obra no cualificada. Su diseño nos permite involucrar a todas las facultades. Nosotros buscamos que toda la universidad, como institución, se involucre en el trabajo voluntario.
- ¿En qué países han llevado a cabo su labor?
- Estamos presente en 19 países, en casi todo el continente latinoamericano, desde México a Argentina, pasando por Haití y República Dominicana.
- ¿Cómo es el proceso de toma de decisiones sobre los proyectos en los que van a participar? ¿Quién decide sobre esos proyectos?
- Nuestra estructura está dividida en dos partes. Una social, que es la encargada de tomar las decisiones y fijar las metas sociales, y una estructura comercial que se encarga de la financiación, administración y los fondos. La mayoría de decisiones se toman desde la parte social. No tomamos todas las decisiones en la oficina central de Chile, sino que tratamos de coordinarnos con cada país para adaptar cada proyecto y que se adapte a la realidad y a los tiempos de cada país.
- ¿De donde obtienen la financiación?
- El 65% procede del sector privado, a través del concepto de responsabilidad social empresarial. Otro 30% viene a través de cooperación internacional y organismos internacionales y el tanto por ciento restante de donaciones particulares. Los recursos económicos son limitados y queremos ampliar y generar empresas sociales o proyectos de autofinanciamiento.
- ¿Cómo afrontan un reto como el de Haití, donde todo quedó devastado y toda la ayuda era insuficiente?
- Fue un momento clave en la organización. Habíamos intervenido ya en otras catástrofes, pero cuando llegamos a Haití a la semana del terremoto, vimos que la magnitud se escapaba de nuestras manos Fue muy difícil empezar a intervenir en Haití al no haber medios de comunicación ni estructuras formales para convocar a juventudes universitarias. Nuestra primera etapa fue más que nada de apoyo a las demás instituciones que estaban en la emergencia más reciente como medicamentos, atención a damnificados en hospitales... A los 15 días nos centramos en buscar voluntarios en República Dominicana, sobre todo haitianos que estaban estudiando allí. A partir de ahí empezamos a estructurarnos y al mes habíamos construido las primeras viviendas.
- Recientemente en Neuquén (Argentina), donde estaban llevando a cabo la construcción de viviendas, han tenido que suspender las actividades debido a la ola de violencia que se vive en el barrio. ¿Se suelen encontrar con tantos inconvenientes?
- Menos de lo que se piensa, pero sí hay inconvenientes. Nosotros trabajamos en los principales asentamientos de Latinoamérica, construimos las viviendas a las familias que nosotros seleccionamos con un proceso bastante estricto. A veces nos encontramos con problemas, sobre todo en asentamientos grandes o en terrenos donde hay ciertos conflictos de narcotráfico como puede ser en México, o de pandillas, como en centroamérica. Somos conscientes de que esas familias que crean conflictos son la minoría y que hay muchas familias que viven en extrema pobreza que quieren salir adelante y que se merecen una oportunidad. Consideramos que nuestro principal foco es el voluntario y cuando el voluntario corre riesgo o hay conflictos grandes, suspendemos las construcciones y hablamos con los líderes comunitarios o buscamos apoyo en la comunidad hasta que se soluciona la situación y las circunstancias son propicias para seguir construyendo.
- ¿Qué significa este Premio de Derechos Humanos Rey de España para ustedes?
- Es un reconocimiento muy importante y también una gran responsabilidad para nosotros de seguir interviniendo y ayudando a las familias más excluidas del continente.
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