Estados Unidos
«Assange quería publicidad a cualquier precio»
El periodista David Leigh sintió que el epicentro de WikiLeaks estaba en el salón de su casa cuando alojó a Julian Assange, y a sus múltiples ordenadores portátiles, en unos momentos en los que la CIA le seguía la pista.
Por aquel entonces, el portal de WikiLeaks ya tenía más de un millón de documentos, filtraciones de los principales gobiernos del mundo que, sobre todo, se centraban en la actividad exterior de Estados Unidos en Irak y Afganistán. En el libro «Wikileaks y Assange» (Deusto) David Leigh y Luke Harding, periodistas de «The Guardian», cuentan cómo se articuló la mayor filtración de la historia.
-¿Es Julian Assange, el fundador y editor de WikiLeaks, un enigma dentro de un misterio?
-Le diré que es un hombre muy poco convencional. Experto en ordenadores y «hacker», es un obseso del trabajo. Yo le he visto comerse doce ostras con un trozo de queso y pasarse varios días y noches trabajando. Ni se cambiaba de ropa. Es un hombre brillante, aunque el trato con él nunca es sencillo. Digamos que tiene un alto cociente intelectual y un coeficiente emocional nulo.
Un mesías
-¿Diría que él se siente un mesías?
-Posiblemente. Es imposible trabajar con él porque es un líder frío, que quiere a su alrededor discípulos que siempre le den la razón. Tiene un claro problema de narcisismo.
-Y WikiLeaks le sirvió para ser famoso en el mundo entero.
-Yo creo que quiere ser tan famoso como una estrella de rock, y la verdad es que lo ha conseguido.
-¿La irrupción de WikiLeaks va a cambiar la forma de hacer periodismo?
-No, filtraciones ha habido siempre aunque no de este volumen. Tenga en cuenta que gracias a internet las bases de datos recopilan una información inmensa, por lo que la filtración tiene también proporciones grandiosas.
-Pero no me negará que cambian un poco las reglas del juego; en vez de ir los periodistas a la fuente de información, es ésta la que le da el material a los periodistas...
-Ha ocurrido en otras ocasiones, no es la primera vez. Lo que ha demostrado WikiLeaks en estos tiempos es que, gracias a internet o por su culpa, parece que cualquiera puede ser periodista, y no es así. Fuimos los medios tradicionales los que dimos forma y orden a una cantidad ingente de material. Cribamos la información, dividimos la que era trascendente y la que no, porque en los cables de WikiLeaks también había temas que era insignificantes y no aportaban nada.
-¿Cuándo se dio cuenta Julian Assange de que tenía que contar con los medios tradicionales?
-Colgó en la red un vídeo en el que un helicóptero Apache del ejército estadounidense abre fuego contra civiles en un suburbio de Bagdad. Fue una masacre. Y sin embargo, ese vídeo tuvo muy poca repercusión. Eso le decepcionó porque él quería que fuese conocido. Quería publicidad a cualquier precio.
-¿Del material que ustedes manejaron en «The Guardian»?, ¿cuál era el más sensible?
-Toda la información sobre las actuaciones del Ejército de Estados Unidos en Afganistán. Había cables y vídeos en los que se veía cómo los soldados mataban a civiles, con el consiguiente empeoramiento de la situación. Nos querían vender que la guerra moderna es quirúrgica, y no es así: es sucia, dura y cruel.
Violencia verbal
-¿Considera que al filtrarse los papeles de WikiLeaks la reacción de Hillary Clinton fue desproporcionada?
-Sí, lo interpretó como un ataque a la comunidad internacional y no es así. No es una catástrofe. Lo que sí evidenció es el nivel de violencia verbal de los estadounidense. Para ellos, a cualquier extranjero que sea sospechoso hay que matarlo.
-¿Habrá nuevas revelaciones en el futuro?
-Assange tiene que responder ante la justicia sueca por supuestos delitos sexuales y el portal de WikiLeaks no está operativo. Pero seguro que habrá otros Assange.
Y, ahora, denuncia de Assange por difamación
El fundador de WikiLeaks indicó ayer a la televisión australiana que va a demandar a los periodistas David Leigh y Luke Harding por unas declaraciones que recogen en su libro que son falsas. Al parecer, Assange dijo que «si los informantes mencionados sobre la guerra de Irak son asesinados, forma parte de su proceder y no debería sorprenderles». Assange lo niega y advierte del peligro. «Existen políticos de derechas en Estados Unidos, como Sarah Palin, que piden nuestra muerte o secuestro. Estos comentarios pueden enardecer mentalmente a gente inestable». Además, añadió que existen proyectos como una ley en el Senado de EE UU que pretende declarar al personal de WikiLeaks como «combatientes enemigos.
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