Boston
«facebook» sólo para científicos
Hace dos años, tres jóvenes crearon la mayor red social de investigadores para compartir conocimientos y acelerar su evolución. Se llama «ResearchGATE» y acaba de recibir el apoyo de varios inversores de Silicon Valley
Bromear sobre el estado de un amigo en Facebook está muy bien, pero no todo el mundo utiliza las redes sociales con espíritu ocioso. Hay quienes buscan sumar contactos profesionales y compartir conocimientos con otros colegas, por ejemplo, los científicos. Para colgar las fotos de las vacaciones tenemos Facebook: quien prefiere un contacto más rápido usa Twitter, y si uno desea una relación profesional, se va a LinkedIn. Parece que ya está todo inventado. Sin embargo ninguno de estos gigantes sociales ha sido diseñado para que los investigadores interaccionen a su manera, por eso la red ReseachGATE (www.researchgate.net) pretende llevárselos a una web especialmente creada para ellos. Tras dos años de funcionamiento, ahora esta plataforma con sede en Boston y Berlín ha recibido un espaldarazo económico liderado por inversores de Silicon Valley, como Accel Partners, que está detrás del éxito de Facebook; Benchmark Capital, inversores de eBay y Twitter; o Michael Birch, cofundador de la red social Bebo.
Los científicos ya trabajaban en comunidad siglos antes de que Mark Zuckerberg –creador de Facebook– empezara a gatear, pero desde que existe internet se ha agilizado el acceso a publicaciones on-line y han aparecido redes científicas, hasta el momento de alcance modesto. Esto puede cambiar con la inversión de los monstruos de las tecnofinanzas en ResearchGATE, la plataforma que desde 2008 conecta a investigadores de todo el mundo. Su principal atractivo es que está hecha para científicos, por científicos. Los fundadores son tres jóvenes doctores, dos de ellos en medicina y uno en computación: Ijad Madisch, investigador en Harvard; Sören Hofmayer, de la Universidad de Hanóver, y el programador Horst Fickenscher, de la Universidad de Passau. Su experiencia les ha permitido crear una web adaptada a las demandas de un científico.
Al principio ResearchGATE sólo era una colección de perfiles, pero al crecer fue incorporando aplicaciones. En sólo 20 meses ha pasado de tener 25.000 a más de 500.000 usuarios de 200 países, entre los que «España es el sexto con más miembros, unos 30.000», señala Madisch. Todos ellos disfrutan de herramientas exclusivas de colaboración y acceso a la información, e incluso de una bolsa de trabajo internacional. La web ofrece tecnologías avanzadas para la búsqueda semántica de artículos, ofertas y perfiles, pero además en 2009 se añadió una herramienta de «open access» (acceso libre a la información) que respeta los derechos de autor: cada usuario es libre de colgar sus publicaciones para que los demás las descarguen gratuitamente.
Bajo estos principios cooperativos también se rigen los más de 2.600 grupos temáticos cuyos miembros explican su trabajo, comentan lo que están leyendo y permiten saber lo que se cuece en cada campo. Mediante un software de distribución de archivos, varios colegas pueden escribir y editar documentos conjuntamente, y además existen grupos para plantear y resolver dudas. «¿Interfieren los pesticidas en el metabolismo de los lípidos en los peces?», pregunta una usuaria, y en unas horas ya tiene nueve comentarios. Las discusiones más activas se dan en las neurociencias, seguidas de la genética y la inmunología. Al propio Madish le habrían venido de perlas estas herramientas cuando hace años descubrió que un grupo canadiense que él no conocía había hecho un trabajo idéntico al suyo. «En otra ocasión tardé seis meses en poner en marcha un experimento. Mi tutor habló casualmente con otro profesor, y éste preguntó a un estudiante que me dio la solución, pero trabajando en red podría haberlo resuelto mucho antes», explica. Según afirma Madish, la red social no sólo hace visibles a los científicos, también produce mejores resultados, elimina experimentos redundantes y, al acelerar los descubrimientos, permite ahorrar dinero.
En esta comunidad web hay miembros de todas las disciplinas, no sólo las duras; de hecho, el grupo de filósofos es uno de las más nutridos. La red tampoco discrimina a sus usuarios por el nivel de excelencia. «Si en Facebook tenemos amigos, en ResearchGATE hay seguidores; de este modo un estudiante puede ver los pasos de una eminencia sin tener que pedirle permiso para agregarle a su red», señala Madisch, aunque cada cual es libre de configurar su perfil con el nivel de privacidad que prefiera. En eso se parece a Facebook, pero a diferencia de éste, prohíbe la publicidad y el acceso a aplicaciones externas; lo que sí permite es la entrada de organizaciones científicas. Por ejemplo, la conferencia anual de Premios Nobel tiene una subcomunidad, en la que esperan, según su portavoz Christian Rapp, «que las relaciones que se establecen en el congreso se transformen en proyectos comunes, especialmente entre los países en desarrollo y los más favorecidos».
A pesar de sus bondades, ReseachGATE no se libra de las críticas. Brian Krueger, microbiólogo de la Universidad de Florida y creador de la red LabSpaces, afirma en su blog que «a los científicos no les interesa un Facebook para ellos». En su opinión, el principal obstáculo para su éxito es una barrera humana, la de los científicos, y de nada servirá crear la mejor de las herramientas si ellos no la valoran. «Muchos hábitos de la ciencia son de hace cien años. Tendrá que haber un gran cambio en esta cultura para que se haga abierta, colaborativa y basada en la web», continúa. Para resolver dudas los investigadores recurren a colegas, y hasta los grandes eruditos suelen responder dudas por e-mail, «así que ¿para qué queremos redes y foros?», se pregunta. Más peliaguda es la cuestión de la información pública. Mientras que Madisch opina que a los científicos les encanta hablar de sus logros, Krueger está convencido de que «antes preferirían dar su número de tarjeta de crédito que mostrar sus datos de manera abierta». Cierto secretismo, en efecto, forma parte de la vida del investigador, que espera publicar sus resultados sin temor a que otro le robe la primicia o a perder la oportunidad de patentarlos. Aun así, puede que el fundador de LabSpaces exagere cuando se lamenta de que «el Facebook de la ciencia está muerto». Entonces, ¿por qué Silicon Valley tiende la alfombra roja a ResearchGATE?
Redes entre cerebros
- Nature Network. Pertenece al grupo de la revista «Nature». Más de 25.000 usuarios disfrutan de sus foros y blogs. http://network.nature.com
- LabSpaces. Creado en 2006 por el investigador Brian Krueger, de la Universidad de Florida. Comenzó como un agregador de noticias de ciencia, y hoy destaca por las entradas de su blog. www.labspaces.net
- Mendeley. Es el iTunes de los «papers» de investigación. Permite buscar literatura científica, ordenarla y compartirla con los demás miembros. Con sede en Londres, sus inversores son los mismos que los de Skype y Last.fm. www.mendeley.com
- My Experiment. Nació en 2007 en las universidades de Manchester y Southampton como una herramienta para compartir flujos de trabajo y crear comunidad. Tiene unos 3.000 miembros. www.myexperiment.org
- Science Commons. No es una red social, sino un proyecto creado en 2005 por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para romper barreras legales innecesarias que entorpecen el acceso a los datos científicos y el avance de la investigación. http://sciencecommons.org.
✕
Accede a tu cuenta para comentar