Badajoz
Cuatro litros de sangre y 30 minutos para vestirse
Pura liturgia. Hábitos adquiridos que los toreros repiten cada corrida de manera tan meticulosa como rutinaria. José Tomás no escapa de ella. Un patrón que comienza al llegar a la ciudad del festejo y que finaliza –camino del siguiente destino– en el mismo lugar, la furgoneta, ésa gran aliada de los toreros en plena temporada. Así, José Tomás arribó en Badajoz al filo de las siete y media del domingo. Se alojó en el Hotel Zurbarán. Del mismo salió, ya en el día de la corrida, por la mañana. A una hora prudente, sin madrugones, después de desayunar para dar su habitual paseo por las calles de la ciudad. Momentos para despejar la mente, concentrarse en la tarde. Tras una comida ligera, sube a la habitación, reposo mentalizador esperando el momento. Una hora antes del festejo, comienza el gran ritual.
José Tomás comienza a vestirse de torero, suele emplear 30 minutos para ello. Al acabar, rumbo a la plaza, allí, por contrato y en previsión de contratiempos, le aguardan de refuerzo un cirujano torácico y otro vascular, además de cuatro litros de su grupo sanguíneo: A negativo. El toro dispone. Hasta después de la corrida, nunca hay planes. Por eso, la decisión sobre el viaje de vuelta se toma en función de cómo transcurre el festejo.
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