Estados Unidos
La NASA se apunta a la siesta
Un rápido vistazo a las palabras españolas más internacionales nos deja términos como «fiesta», «bravo» o «siesta». Sin embargo, en lo que se refiere a esta última, no nos distinguimos precisamente por ponerla en práctica. Y eso a pesar de que nadie duda de sus beneficios. Incluida la mismísima NASA.
La Junta de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (NTBS), que toma como base informes de la agencia espacial norteamericana, ha realizado un estudio que tuvo como protagonistas a los controladores aéreos. ¿Su conclusión? Que una pausa para dormir ayuda a mejorar un 34 por ciento su rendimiento y un 54 por ciento, su estado de alerta. Es más, la NTBS pone un límite a lo que debería ser la siesta ideal: 26 minutos.
«Después de las comidas se produce un pico de sueño. Y si se puede, es aconsejable no dormir más de 30 minutos», explica a LA RAZÓN Miguel Ángel Saiz, director médico de Noctis Center, centro especializado en trastornos del sueño. Y subraya que nunca se debe superar esa media hora. «El sueño hay que plantearlo como una parte importante de nuestra vida. Y para funcionar bien durante la vigilia, el sueño nocturno ha de ser de la mayor calidad posible. Si nos echamos una siesta de dos horas, eliminamos parte de nuestro descanso nocturno», añade. ¿La consecuencia? Un desorden que puede conducir de lleno al insomnio. «Durante el sueño, disminuye la frecuencia cardiaca y la presión arterial, lo que nos viene bien. Si desarrollamos una serie de hábitos incorrectos, caeremos en una rutina», añade Saiz.
Capacidades cognitivas
Por el contrario, una breve y bien aprovechada siesta puede provocar «un aumento de nuestras capacidades cognitivas y un nivel óptimo para atenuar el cansancio contenido durante el día». No en vano, la disminución de los riesgos cardiovasculares es uno de los grandes beneficios de la siesta. Otro informe, publicado en «Archives of Internal Medicine», aseguraba que la siesta es una de las mejores recetas para eludir problemas cardiacos. Así, los que se tomaban este descanso redujeron estos trastornos en un 37 por ciento, mientras que los que dormían la siesta de forma ocasional sólo los disminuyeron en un 12 por ciento, informa Ep.
Sin embargo, no predicamos con el ejemplo. Una encuesta elaborada por la Fundación de Educación para la Salud (Fundadeps) revelaba que sólo el 16,2 por ciento de los españoles se echaba una siesta a diario después de comer. Y más de la mitad (58,6 por ciento) afirmaba que nunca lo hacía. La presidenta de Fundadeps, María Sáinz, afirmó que la siesta «ha pasado a ser un mito que únicamente interesa para el turismo».
Así, el país que parece haberse tomado más en serio las propiedades reparadoras de la siesta ha sido Alemania. Bien es cierto que las obligaciones laborales nos privan de poder echar una cabezada. «Al final, la gran mayoría de los mortales se ve empujada a beber café o darse pellizcos para que no le venza el sueño en el trabajo», dice Saiz. Por eso, expertos alemanes han recomendado que se incorpore este hábito en el trabajo. «Los empresarios listos saben de la importancia de una pausa reparadora. Así, se mantiene el rendimiento, la creatividad y la motivación del trabajador», afirmó al diario «Bild» Mario Ohoven, presidente de la Federación Alemana de la Pequeña y Mediana Empresa.
De hecho, Ohoven recordó que la siesta en el trabajo se ha instaurado con éxito en países como Estados Unidos, Japón y Austria. Algo que, dice, aumenta «el atractivo de una empresa con vistas a reclutar a trabajadores cualificados».
En cuarto lugar
No es la primera vez que los alemanes han demostrado más interés en la siesta que los españoles, en teoría, inventores del concepto. Un estudio publicado en la revista «Neurology» revelaba que el 22 por ciento de los germanos reconocía dormir la siesta al menos tres veces a la semana. Les seguían en este peculiar ránking los italianos –16 por ciento– y los británicos –15 por ciento–. España se tuvo que conformar con el cuarto puesto: sólo un 9 por ciento reconoció echarse la siesta regularmente.
Desde Noctis Center se tiene la percepción de que «el sueño es un artículo de lujo, cuando es algo básico». Pérdidas de concentración y memoria, arritmia cardíaca, problemas respiratorios y endocrinológicos... La falta de sueño puede llevar asociadas un nutrido grupo de patologías. «Y cada vez se descubren más», apunta Miguel Ángel Saiz. Y de poco vale ir creando una «deuda de sueño» y tratar de corregirla los fines de semana. «Si la deuda a lo largo de la semana es importante, después es imposible ‘‘pagarla''», añade.
Dormidores «cortos» y «largos»
Con todo, los expertos creen que la ecuación «más horas, más descanso» no es cierta. Así, afirma Saíz, es fácil toparse con dos tipos de «dormidores»: los «cortos», que con seis horas de sueño son capaces de funcionar perfectamente, y los «largos» que, pese a dormir nueve horas, continúan cansados. «El dormidor, largo o corto, no se hace: nace. Y después, se va adaptando a sus variables y a factores externos: un trabajo de siete horas, mayor presencia de labores físicas, etc. Cada individuo tiene un sueño diferente. Y cuando tratamos a un paciente, buscamos optimizarlo de la mejor manera posible», asegura Saiz.
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