Nairobi

ANÁLISIS: Mercaderes internacionales SL por Alfonso Merlos

La Razón
La RazónLa Razón

La injerencia de Currin, Annan y demás paladines de la paz perpetua como paso previo al histórico comunicado de ETA se ha erigido en el último peaje político pagado a la banda. Validar esa mediación, presuntamente independiente, supone desnaturalizar el estado de cosas en el País Vasco. No sólo eso. Abre la puerta a la búsqueda del final de un conflicto armado entre partes, sobre la base de que ambas han violado derechos humanos fundamentales.

- ¿Hasta qué punto resulta aberrante para España la presencia de intermediarios que fijan la neutralidad entre contendientes?
–Hasta un punto extremo. Descontando los archiconocidos casos de Irlanda del Norte o la eterna crisis Israel-Palestina, la mediación se está aplicando actualmente en Sudán, Somalia o la isla filipina de Mindanao. En el pasado, este método para alcanzar acuerdos y garantizar la seguridad de territorios se ha llevado a Myanmar, Timor Oriental, Kenya, Burundi, Nepal o la región indonesia de Aceh. Es tan infame como extravagante comparar los problemas de Bilbao, San Sebastián o Vitoria con los de Jartún, Mogadiscio o Nairobi.

- ¿Quiénes contribuyen a que hagan caja los mediadores?
–En función del conflicto y el momento. Una vía habitual de financiación parte de los fondos reservados de los gobiernos involucrados, a través de los ministerios de Defensa, Exteriores, Presidencia o Interior. Otra fuente nace directamente de los servicios de inteligencia de los Estados. Hay que sumar la aportación de los centros que venden «diálogo humanitario». En la práctica, los supuestos árbitros o intercesores funcionan como comisionistas. Rara vez les impulsa la filantropía. Las tarifas se mueven en un arco amplísimo, en función del riesgo de la misión y su duración, oscilando entre los 10.000 y los 100.000 dólares. La mordida de Kofi Annan, de 150.000 dólares, ha sido excepcionalmente alta.

- ¿De dónde sale el dinero de la fundación Henry Dunant?
–Como en la mayor parte de estas organizaciones no gubernamentales, hay un gran número de donantes privados cuyas identidades permanecen en el anonimato. En el último año, la institución suiza ha recibido cuantiosas aportaciones desde Noruega, Suecia, Reino Unido, Suiza, Dinamarca, Australia, Holanda, Bélgica o Liechtenstein. Otros centros que van más allá de la mera investigación y el análisis de los conflictos internacionales y que trabajan proactivamente por la paz, como la McArthur Foundation o el Open Society Institute, también han aportado fondos. Incluso ayudas y subvenciones de la UE han nutrido las arcas del organismo que ha funcionado como buzón para el intercambio de mensajes entre el Gobierno y ETA.

Alfonso Merlos