Benedicto XVI

Benedicto XVI: «Una lluvia ácida para la fe»

El Papa exalta la resistencia de los católicos ante la represión de los nazis

La Policía detuvo a un hombre tras el incidente ocurrido cerca de la catedral de Erfurt, antes de la misa del Papa
La Policía detuvo a un hombre tras el incidente ocurrido cerca de la catedral de Erfurt, antes de la misa del Papalarazon

ERFURT- La dictadura nazi y comunista sufrida por la Alemania del Este fue una «lluvia ácida» para el cristianismo. Hizo que la mayoría de los habitantes de estas tierras viva hoy «lejos» de la fe y de la comunión con la Iglesia, pero no logró erradicar la religiosidad gracias al empeño de creyentes «resolutos» dispuestos a «resistir» la represión de las ideologías totalitarias. Ante las 30.000 personas congregadas en la plaza de la catedral de Erfurt, ciudad de la antigua República Democrática Alemana, el Papa analizó ayer la dura historia reciente de su país natal durante la misa que presidió.

Después de la Eucaristía pudo verse un ejemplo vivo de la resistencia de los católicos ante la pesadilla nazi y comunista en la persona de Hermann Scheipers. Este sacerdote alemán de 98 años es uno de los últimos supervivientes del campo de concentración de Dachau. Benedicto XVI saludó con cariño y habló durante un momento con Scheipers, que llegó en una silla de ruedas, antes de dirigirse a la multitud mientras repicaba desde la catedral la «Gloriosa», la campana más grande de la Europa medieval.

«¿Quién podía imaginar en el año 1981 que el muro y el alambre de espino de las fronteras caerían pocos años después? ¿Quién habría podido predecir en 1941, en los tiempos del nacionalsocialismo, que el llamado ‘Reich milenario' iba a quedar reducido a cenizas sólo cuatro años después?», se preguntó Benedicto XVI.

Sus interrogantes invitaron al recuerdo a la multitud que participó en la Eucaristía, entra la que había un buen número de protestantes interesados por saber lo que el Papa diría en Erfurt, la ciudad de Martín Lutero. Sus seguidores y los no creyentes son mayoría en una urbe donde sólo el siete por ciento de la población es católica.

En su homilía, el Pontífice celebró que los regímenes comunista y nazi hayan dado paso a una «nueva libertad» que da mayor dignidad al hombre y ofrece infinitas posibilidades. Pese a que todavía quedan tantas rémoras de aquellos oscuros años «en el ámbito intelectual y religioso», la Iglesia también ha vivido en estas dos últimas décadas un florecimiento en sus estructuras e iniciativas en Alemania. El Papa se preguntó si de forma paralela a esta pujanza se ha producido un crecimiento de la fe.

Respondió en cierta forma a este interrogante en Friburgo, la católica ciudad del sur de Alemania a la que llegó ayer tras dejar Erfurt, la cuna del protestantismo. «La verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no llegamos a una verdadera renovación de la fe, toda la reforma estructural será ineficaz», dijo ante los miembros del Consejo del Comité Central de Católicos Alemanes, la principal organización de laicos del país.

El recibimiento que tuvo ayer el Papa en Friburgo fue muy diferente al que le brindaron los habitantes de Erfurt el pasado viernes. Allí la acogida fue muy fría, con más agentes de Policía por las calles que fieles, mientras que en la «capital verde» de Alemania, como se conoce a Friburgo, le esperaron decenas de miles de personas que gritaban entusiasmadas su nombre ondeando banderines con los colores vaticanos.

A los laicos alemanes les dijo el Pontífice que en Occidente podemos disfrutar de la opulencia y el bienestar, pero que, al olvidarnos de Dios, reflejamos una carencia: somos pobres en las relaciones humanas y en el ámbito religioso. «Muchos no encuentran ningún punto de contacto con las Iglesias institucionales y con sus estructuras tradicionales». Ante esta situación invitó a los católicos a abrir una «seria reflexión». El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el nuevo dicasterio vaticano creado por Benedicto XVI, está llamado a afrontar esta realidad para encontrar «nuevos caminos» que hagan que Occidente recupere el entusiasmo de ser cristiano.

Denunciando una vez más el relativismo, una de sus grandes preocupaciones, advirtió de que éste nos lleva a un «excesivo individualismo». La incapacidad de renunciar a algo y de sacrificarse por los demás afecta a muchas personas, como se ve en la disminución del compromiso altruista y en la falta de coraje para ser fiel a una persona durante toda la vida.

En el último capítulo ecuménico del viaje, Benedicto XVI se reunió en el seminario de Friburgo con representantes de las Iglesias ortodoxas de Alemania. Durante este viaje se había encontrado ya con protestantes, con quienes participó además en una ceremonia religiosa conjunta. También se ha visto con líderes judíos y musulmanes. En su discurso, el Papa destacó que entre las distintas comunidades cristianas, la Iglesia ortodoxa es «teológicamente» la más cercana a los católicos. «Esperemos que no esté muy lejos el día en que podremos de nuevo celebrar juntos la Eucaristía».

Como había dicho ya antes a los luteranos, instó a los ortodoxos a responder al unísono a la secularización de la sociedad alemana: «Protejamos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural». Los cristianos, pertenecientes a la Iglesia católica u ortodoxa, están llamados a «oponerse con fuerza» a cualquier «manipulación» de la vida humana. Benedicto XVI presentó otro campo donde la sintonía entre ambas creencias es total: la defensa del matrimonio y de la familia.


Los disparos no alteraron la misa
A las siete de la mañana, dos horas antes de que comenzase la misa presidida por el Papa, un enajenado realizó tres disparos con un arma de aire comprimido a unos 400 metros del lugar donde se celebró la ceremonia. La policía detuvo a un hombre de 30 años como posible autor de los hechos. El incidente no afectó al Papa.