Barcelona

José Tomás no falló el último día a su afición talismán

Casi dos años después, llegó el reencuentro. José Tomás volvió a ceñirse ayer el capote de paseo en La Monumental de Barcelona. Regreso y despedida. No va más.

José Tomás no falló el último día a su afición talismán
José Tomás no falló el último día a su afición talismánlarazon

El diestro madrileño se reencontró con su plaza, con su afición, con la conjunción de ambas en un escenario en el que, como él mismo ha dejado entrever varias veces, se ha sentido siempre «comprendido». Identificado.
Ayer volvió a sentirse así. Un cariño especial, una simbiosis inigualable entre torero y público. Después de una temporada de regreso en la que José Tomás había dado la cara y sacado toda su torería pese a no contar con un ganado de calidad, Nimes fue el aviso de que la eclosión podía llegar y ayer, por fin, el toreo del número uno, del mito que trasciende generaciones, se hizo presente como en sus mejores tardes para reivindicar su sitio, el de la Fiesta y el derecho a ver toros de una afición maltratada por los políticos y adorada por el de Galapagar.
Ya desde su primer gran triunfo, su bautismo barcelonés, saldado con dos orejas allá por 1998. Un año después comenzó la eclosión: once orejas en tres tardes de la misma temporada. El perfecto matrimonio se amplía en 2000. José Tomás eligió Barcelona para volver a los ruedos después de sufrir en Zaragoza una grave cornada en los primeros compases de la temporada. El de Galapagar revienta la tarde con una faena memorable que culmina por la puerta grande. No fue la única. Una, dos, hasta tres veces más salió del coso modernista en volandas después de acumular tres, cinco y cuatro orejas más un rabo en las respectivas tardes. Con la afición rendida ya a sus pies, Barcelona acoge otro regreso –esta vez tras cortarse la coleta en 2002–. Es 2007 y José Tomás llena una plaza que no colgaba el cartel de «No hay billetes» desde 1985. Lleno tras lleno desde entonces. Como el 21 de septiembre de 2008, día que consigue indultar a «Idílico» –castaño de Núñez del Cuvillo–; o el 5 de julio de 2009, fecha de su triunfal encerrona con cinco orejas en el esportón. Ayer, la historia volvió a escribirse. Esperemos que no fuera la última página.