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Manzanita
La noticia casi me pilla admirando las hechuras de Cayetano Rivera. Pedí un abanico y un banco. La noticia casi me pilla tomándome una tónica y exigiendo una asistencia sanitaria después de ver cómo iba de guapo Fran Rivera a la boda de la Duquesa. La noticia casi me pilla mirando al cielo y preguntándole al Señor por qué hay mujeres como Eva González y por qué hay mujeres como yo. Pero resulta que la noticia casi me coge en una gasolinera, donde ahora parece que se queda de manera natural. Si yo hubiera sido del PP, habría quedado en el Museo del Traje de Madrid.
Por lo visto, ahora se lleva quedar en una gasolinera y yo no me opongo a glosar las virtudes del escenario porque, para empezar, a esta hora, los gasolineros estarán que trinan con el PP como mandan los cánones del español eternamente indignado. Los del PP cuentan que quedar en una gasolinera, a cuenta de Pepe Blanco, es estética Coen, así como si los Coen merecieran estar en estas cosas tan burdas del politiqueo que se estila. Es más, ya les digo a los portavoces populares que más les vale retractarse o nos tendrán enfrente a los fanáticos de los Coen, sobre todo a las fanáticas que encontramos en «Fargo» a nuestra heroína eterna. Pero la noticia me asaltó en una tienda de móviles y me di cuenta de que hay boicots que una lleva a cabo por principios y que son, como casi siempre, una idiotez.
Steve Jobs ha muerto y yo me he pasado la vida intentando esquivarle. Me explico. He rechazado siempre la manzana. Nada de Mac. Es enternecedora la ignorancia. Nada de Apple. Dónde va a parar la telefonía coreana. Me niego a la dictadura del tipo ese que lo ha inventado todo. Me compro un Toshiba que pesa como una piedra gorda y no me percato del interior. Me pillo por puntos todos los teléfonos que no tengan que ver con su marca. Espero en este momento un móvil chino que me hace ilusión porque se pronuncia Zeta Te y me provoca ganas de abrazarle. Y, de pronto, me doy cuenta de que todos mis esfuerzos han sido inútiles.
Lo han sido no porque Jobs pase a la historia por habernos dado una nueva forma de comunicación que ha variado el mundo y su desarrollo, sino por haberle dado la espalda a un tipo de vida difícil. Las pasó putas (con perdón) y eso le hizo mejor persona. Pero lo que me da el bofetón final es que fue el impulsor de Pixar.
Los que sois padres, madres, hijos y gamberros, sabéis que hay un lazo negro enorme en muchas de las noches en las que, por fin, una familia, sin distingos entre generaciones, se ha puesto de acuerdo en emocionarse. Descansa, majo. Y muchas gracias.
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