Barcelona

Abuelos explotados o ignorados

«Antes cuidábamos a nuestros hijos y ahora cuidamos a nuestros nietos. ¿Pero quién nos cuidará después a nosotros?». Éste es el sentir de muchos abuelos y abuelas españoles que ven cómo sus años dorados, a priori de descanso, pasan a ser de trabajo y, en el peor de los casos, de estrés.

«Tengo ocho nietos; todas las semanas me toca cuidar a alguno»
«Tengo ocho nietos; todas las semanas me toca cuidar a alguno»larazon

MADRID- Así se recoge en el informe «Abuelos y abuelas... para todo», realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogradicción (FAD) y la Obra Social de Caja Madrid. Este estudio cualitativo, fruto de las entrevistas a varios grupos de personas mayores, parte de una realidad incuestionable: los abuelos pasan más tiempo con sus nietos. Según la última encuesta del Imserso, un 70 por ciento de los mayores españoles cuidan o han cuidado alguna vez de sus nietos; un 44,9 por ciento reconoce que lo hace regularmente todas las semanas, y un 49,5 por ciento asegura que los cuida «casi diariamente». Si hablamos de atención diaria a los pequeños, el 22 por ciento cuida diariamente a los niños más de siete horas, según el trabajo «Abuelos que cuidan nietos en España». Cierto es que este porcentaje es menor que el de la media europea, que alcanza el 34 por ciento. Sin embargo, en este caso, hablamos sólo de cinco horas diarias.

Tópicos sobre los abuelos
«En el momento en que pasan tanto tiempo con los niños, no podemos decir que los abuelos no tengan la responsabilidad de educar», afirmó durante la presentación Eusebio Megías, técnico de la FAD y coordinador del informe. Para Megías, hay dos tópicos ligados a los abuelos: «Los nietos son para disfrutarlos y que no tienen que educarlos, sino malcriarlos», afirma. Sin embargo, desde la FAD encuentran dos tendencias en la actualidad: «O se da un aislamiento de los abuelos o una instrumentalización de los mismos». ¿El motivo? Una variable en clave social. En el primer caso, «si los padres tienen a su disponibilidad los colegios y guarderías para cuidar de los niños, los abuelos se quejan de que los ven poco», dice Megías.

Con todo, «en el contexto social que prima hoy, la crisis ha cambiado las estrategias educativas y económicas de las familias, provoca que muchos mayores tengan una vida ‘‘hipotecada'': están agobiados al tener que encargarse también de la educación de sus nietos», asegura Megías. Es en estos momentos cuando se comprueba cómo la familia ejerce de «colchón». «Vivimos tiempos difíciles. Si mi hijo me lo pide, ¿qué le voy a hacer?», se dicen muchos. Lo que no quita que también se sientan «angustiados y utilizados».

Los testimonios del trabajo en este sentido son elocuentes. «Hay que colaborar, claro, pero también hay que hacerlo con un poquito de sentido común y conocimiento, porque si te toman por el pito del sereno...», comenta un abuelo de Barcelona. Y otros, mientras, constatan la cruda realidad. «Creo que vamos a ser la última generación que va a poder echarles una mano como abuelos», confiesan desde Oviedo.

«El intercambio de valores y el contacto intergeneracional, cualidades que aportan los abuelos a los nietos, se arruinan si ya entran en juegos otras exigencias, como encargarse de su limpieza, darles de comer... Eso empieza a no ser gratificante», dice Megías. Por no hablar, además, del «temor» que surge en los mayores de «interferir en las estrategias educativas de los padres». ¿Conclusión? Que muchos abuelos «no saben a qué atenerse».

«Encima de que educan a los nietos, puede darse el caso de que los padres les digan que no lo están haciendo bien. Se sienten incómodos», añade. Por todo ello, los abuelos deben «reivindicar su derecho a ser abuelos, no cuidadores».

¿Tienen los abuelos esta percepción? «Es como todo lo malo: si un hijo se aprovecha de ti, se lo cuentas a veinte personas. Y si no se aprovecha de ti, no se lo cuentas a nadie», afirma a este diario Francisco Muñoz García-Vaso, presidente de la Asociación de Abuelas y Abuelos de España. Eso sí, abusos se dan. «Hay familias que dejan a los niños el viernes con los abuelos y no los recogen hasta el domingo. ¿Qué existe? Sí, pero poco», asegura.

Ejercer de padres
Los ejemplos derivados de la coyuntura económica son numerosos. «Conozco casos de padres que no se podían pagar el alquiler en Madrid, se han ido a vivir a las afueras, y han dejado al niños con los abuelos para que no tengan que estar yendo y viniendo», apunta Muñoz.

Hay que tener en cuenta que, con respecto a los de otras décadas, los abuelos de hoy «son hoy más ‘‘jóvenes'' y tenemos nuestra vida social. Pero cuando es necesario, aparecemos y solucionamos los problemas. No hace falta que nos lo digan». Aunque las pensiones que reciben «tampoco sean para tirar cohetes...».
 

 

«No me canso de estar con él»
Con su hijo y su nuera en plena jornada laboral, Charo es una de esas abuelas que no falta a su cita de las cuatro de la tarde. La hora en la que Óscar, de 4 años, sale del colegio. «Yo estoy encantada de estar con mi nieto. No me canso de cuidarlo», asegura. Es más: «Si puedo, voy todos los días». Y así, hasta que los papás de Óscar regresan a casa. Como no podía ser de otra forma, Charo mima a su nieto, pero dentro de un orden. «Jamás le doy consejos a mi hijo. En todo caso, mi hijo me los da a mí. Sus padres no quieren que el niño haga lo que quiera. Es decir, que no me pase a la hora de malcriarlo. Pero es un niño bueno y obediente», asegura.
 

EN PRIMERA PERSONA
José Manuel Cervera dice que tiene cuatro familias. Tantas, como hijos. Y entre todos suman ocho nietos. «Todas las semanas me toca cuidar a alguno», asegura. Eso sí, ni él ni su mujer «somos de esos que van todos los días a recogerlos al colegio». Más bien, echan un cable. Como ocurrió ayer, cuando cuidaron a tres de los niños. «Si vienen después del colegio, les ayudamos a hacer los deberes. Y ellos lo pasan bien con nosotros». No en vano, los padres llegan tarde a casa después de muchas horas de trabajo. José Manuel se permite dar dos consejos: «No contradecir a los padres en la educación de los hijos» y, sobre todo, «saber decir que no». «No puedes renunciar a tu vida social», dice. De hecho, en una semana, José Manuel se va de viaje con el Imserso.