Deportes
Presidentes por Julián García Candau
El Valencia vendió a Villa y Silva y se volvió a clasificar para la Liga de Campeones. Ha traspasado a Mata al Chelsea y tiene buen tono en la Liga y en Europa. Manuel Llorente, presidente del club, se hizo cargo de una casa en ruinas. Para sacarla de los escombros eliminó grandes fastos y vistió con traje de diario. No renunció a reforzar al equipo, pero lo hizo en operaciones posibles y siempre teniendo por horizonte descargar la nómina. No era solamente importante obtener dineros por Mata y Joaquín, sino que, consecuentemente, la columna de los salarios disminuía notablemente.
El fútbol español no puede soportar el ritmo de deslumbrantes fichajes de los que todos querían presumir. La burbuja balompédica, basada en economía desorientada, pinchó como la inmobiliaria. La crisis económica pareció, por los dispendios de Real Madrid y Barcelona, que no iba a afectar al fútbol.
Fernando Roig anunció hace tres años que se avecinaban malos tiempos y era necesario apretarse el cinturón. Tampoco quiso alargar el brazo más que la manga y comenzó a reducir presupuestos. Reducirlos era cuestión de ceñirse a contrataciones a la baja y al mayor número de ventas posibles. El Villarreal se desprendió de jugadores que ingresaron dineros de menor cuantía, pero cuando llegó la oportunidad de vender a Cazorla no hubo duda. La única, la de la exigencia de lo que se consideraba justo. Y pagado a tocateja y no a plazos, que siempre resultan difíciles de cobrar. Dos ejemplos a seguir.
Posdata. Los concursos de acreedores son descrédito para la denominada mejor Liga del mundo.
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