Elecciones autonómicas

Bildu versus presupuestos

«Las discrepancias surgidas en las últimas semanas sobre si Bildu debe estar o no en las próximas elecciones municipales y forales del 22–M es una mera cuestión de velocidades, propia del principio del fin de ETA».

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MADRID- Ése es el argumento que esgrime desde hace días el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, para justificar la posición de sus compañeros del PSE y de los dirigentes del PNV, diametralmente opuesta a la que él defiende. La formación liderada por Patxi López está convencida, al igual que el PNV, de que Batasuna debe regresar ya a las instituciones democráticas, tras su rechazo a la violencia. Pero los líderes de ambas fuerzas políticas no son los únicos que apoyan esta opinión.
Zapatero trazó el final de ETA
Tanto el lehendakari como el presidente del PNV han coincidido en los últimos meses en el diagnóstico con José Luis Rodríguez Zapatero. El jefe del Ejecutivo trazó en 2010 con Iñigo Urkullu la hoja de ruta del final de ETA, que incluía inexorablemente el regreso de Batasuna junto a los demócratas.
Sin embargo, «obstáculos ajenos a la izquierda abertzale, aunque colaterales a ETA», como el «caso Faisán», han provocado que Zapatero cambie de opinión, según fuentes de los socialistas vascos. «Ante la que le estaba cayendo a Alfredo, José Luis ha preferido colocar en el tejado de la Justicia la patata caliente de decidir si es real o no el arrepentimiento de Sortu y, por ende, el de los miembros de Batasuna presentes en Bildu», afirma un destacado dirigente nacionalista. Recuerda el ajustado fallo de la Sala del 61 del Tribunal Supremo sobre Sortu, en el que nueve magistrados han impuesto a siete su criterio de no permitir que Sortu se inscriba en el registro de partidos del Ministerio del Interior. Este peneuvista no descarta que el resultado se vuelva a repetir en el Supremo ahora con Bildu.
En este escenario, los nacionalistas y los socialistas vascos creen que el Ejecutivo ha preferido sacudirse su responsabilidad, frente a la presión del PP y con unas encuestas desfavorables, y dejar a la Justicia asumir el futuro de la izquierda abertzale.
Sin embargo, el Gobierno no contaba con la reacción airada del PNV. Iñigo Urkullu está dispuesto a amargar las últimas horas de José Luis Rodríguez Zapatero como inquilino de La Moncloa. No le temblará la mano a la hora de retirar el apoyo parlamentario de su formación, que ha permitido a Zapatero gobernar con cierta comodidad. Urkullu incluso parece decidido a renunciar a la cabeza de López, que le brindó en su día Zapatero a cambio de su apoyo.
 El enfrentamiento actual se debe a un error de cálculo electoral. En La Moncloa se barajaba la hipótesis de que a los nacionalistas les venía bien que Batasuna no volviera al Parlamento vasco. Se equivocaba. Es cierto que esta fuerza se ha nutrido, en parte, de los votos de la izquierda abertzale, reconoce un destacado dirigente de los nacionalistas vascos. Sin embargo, «nos interesa que el escenario electoral se despeje ahora para llegar con los nichos bien definidos» a los comicios vascos, asegura. Amén de que considere vital el regreso de Batasuna para la normalización del «conflicto vasco». De ahí que el PNV apueste por que Batasuna se presente el 22–M. Hubiera preferido que fuera Sortu y no Bildu quien concurriera en los comicios. Así, EA se hubiera situado al borde de la desaparición.
A las advertencias de Urkullu, el Gobierno ha respondido con mesura. Fuentes gubernamentales confirmaron ayer a LA RAZÓN que Zapatero intercambió ya opinión con el presidente del PNV. Conversación que ha podido repetir el vicepresidente primero; él mismo admitió que iba a ocurrir este viernes, al término del Consejo de Ministros.
Según fuentes nacionalistas vascas, en estas conversaciones el Ejecutivo le trasladó sus dudas sobre que el Supremo y el Constitucional consideren suficiente el argumento de la Abogacía y la Fiscalía para anular en bloque Bildu. De hecho, fuentes judiciales no ocultan las dificultades para que el Constitucional se pronuncie en contra de Bildu, coalición con un escaso número de representantes contaminados «subjetivamente» por Batasuna. Precisamente, el Ejecutivo confía en que estas circunstancias reconduzcan su relación con el PNV y, al final, haya fumata blanca para Bildu y, por ende, para los Presupuestos del Estado de 2012, en los que el Gobierno abrirá la mano a las puertas de las generales.