Los Ángeles
«Al cine español no le hacen falta más ayudas»
PEDRO PÉREZ / PRESIDENTE de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España (Fapae) cree que tras el negativo balance del cine español en 2008 es el momento de la autocrítica.
-Tras conocer que el cine español perdió en 2008 casi 1,5 millones dijo que los datos eran «insatisfactorios». Unos días después, ¿qué piensa? -Las cifras son malas. Y yo, que soy un optimista nato, miro con envidia sana al cine galo que ha superado el 46 por ciento de cuota de pantalla, mientras nosotros apenas pasamos del trece. Además, han pagado más franceses por ver cintas propias que las norteamericanas, y de manera voluntaria. La situación ideal aquí será cuando se vean películas españolas de manera no obligatoria y que además superemos el 25 por ciento de cuota. -¿Y qué se puede hacer para lograrlo? -En primer lugar, los cineastas debemos ser autocríticos, ya que hemos conseguido conectar con el público mejor que en cualquier otra nación con la ficción para televisión -ningún otro país nos supera en índices de audiencia de sus series nacionales-, pero no hemos logrado competir con el cine de fuera en las salas. -Además de la escasa asistencia a las películas nacionales, existe una falta de identificación del público con sus cineastas, ¿por qué cree que ocurre? -Me dirán que trato de matar al mensajero, pero creo que ha habido medios de comunicación que han contestado a determinadas posiciones políticas de la mayoría de creadores cinematográficos cuestionando su profe- sionalidad. -¿Cree que es tan grande la influencia de esos medios? -También es verdad que durante la negociación de la Ley de Cine, ni Cultura, ni los que nos dedicamos al cine, ni las televisiones hemos contribuido a mejorar esa imagen. -Otro motivo de controversia son las subvenciones y especialmente la forma de repartirlas ¿No le preocupa que este año por primera vez el fondo de protección a la cinematografía haya superado la recaudación en salas de los filmes nacionales? -Los números son mucho más dramáticos porque al productor le llega el 33 por ciento de lo que la cinta recauda en las salas. Y de ahí debe pagar las copias y la campaña de publicidad. El 50 por ciento es para el exhibidor y entre el 15 y el 20 para el distribuidor. Sin embargo, todo el dinero que se invierte en subvenciones directas no es ni la vigésima parte de lo que el Estado subvenciona a una compañía eléctrica como ayuda al desarrollo de energías alternativas, ¿por qué no se dice, como de los productores, que ellos viven del bolsillo de los españoles? Además, las ayudas sólo suponen entre el 16 y el 18 por ciento del coste de un filme, luego el resto viene de las televisiones, de la taquilla, de las ventas internacionales o del bolsillo del productor. Y lo que parece es que las cintas se subvencionan al cien por cien. -Sin embargo hay ayudas, como las de la amortización difíciles de entender. ¿Cómo es posible que haya cintas que obtengan por este concepto cuatro veces más de lo que recaudan? -Las subvenciones al cine no las inventamos los españoles, sino los norteamericanos. Empezaron dando exenciones fiscales, no desgravaciones, es decir, que cualquier ciudadano de EE UU si invertía en una película, dejaba de pagar impuestos por ese dinero. Así lograron que su cine fuera el primero en el mundo. Consiguieron una economía de escala, de forma que una cinta de Sony o Disney cuando llega a España ya ha sido amortizada en su país. Así que todo es beneficio. Las españolas, cuando salen fuera, todavía no han amortizado su coste. Estas ayudas vienen a salvar este déficit. Aun así preferimos el modelo de la desgravación fiscal que el de la subvención directa. -Esa misma ayuda es la que permite a las películas más taquilleras obtener hasta un millón de euros de subvención. -Lo que resultaría muy injusto sería que castigáramos al que tiene éxito. El sistema de amortización es tan objetivo que permite que no sea Cultura el que decida las cintas que se producen. -Sin embargo, el sistema de ayudas propicia que se produzcan demasiadas películas y no todas pueden ser competitivas. -Es una salvajada que produzcamos 177 cintas al año. El Gobierno debería redistribuir las ayudas que tenemos, que son más que suficientes, para lograr hacer un número muy inferior de películas, en torno a 60 anuales, que puedan tener ambiciones de que se exhiban en salas y competir con las que vienen de fuera. Deberíamos hacer bastantes más miniseries y «TV movies», no hay más que ver los resultados de los últimos meses. -Fapae apuesta por las desgravaciones fiscales que ya contempla la ley para atraer capital de otros sectores, ¿esta perspectiva no es peor con la crisis? -Todo lo contrario, puede ser una perspectiva de inversión con certidumbre en la rentabilidad, más incluso que la renta fija. Se están formando varias agrupaciones de interés económico. La fórmula es parecida a la que tuvo la construcción de buques, por eso se están dirigiendo a nosotros las entidades financieras que tuvieron éxito en aquel sector. Estamos en conversaciones con Hacienda para hacer más transparente el sistema. En las próximas producciones, aunque no serán masivas, habrá por primera vez entradas de inversión ajena al cine. -Dice que este año habrá una buena cosecha porque estrenan Almodóvar, Amenábar, Trueba, Coixet... ¿La industria nacional sigue dependiendo de un par de filmes que salven las cuentas? -Como en la mayoría de los países. Además habrá alguna cinta sorpresa y estoy seguro de que un mínimo de tres películas españolas entrarán en la carrera a los Oscar: «Planet 51» y otras dos de las que ha mencionado. Esta buena cosecha debería aprovecharse para hacer cambios. -¿Por su parte o por parte de las instituciones? -Además de la autocrítica. La gente del cine cree que el Gobierno no está haciendo todo lo que debería en la creación de las reglas del juego. No estamos pidiendo más dinero, ni nos quejamos. Pero pienso que no puede haber «café para todos». Hay que hacer una inteligente combinación entre películas con grandísima ambición de producción y capacidad de exportación con otras de muy inferior tamaño donde se descubrirán nuevos talentos que en España ha sido una constante. Lo que me encantaría sería que el espectador y los medios fueran capaces de hacer comentarios sobre el cine español, como los que oímos fuera. En Berlín y Montreal nos comentan el buen momento que atravesamos. Si preguntas en Los Ángeles o Tokio por diez directores de cine que no sean de su país por lo menos nombran dos españoles, y lo mismo sucede con los actores. -En España hay cosas del cine bastante difíciles de explicar como que haya que invertir once millones de euros en producir cintas en catalán, gallego o euskera. -Prefiero no pronunciarme. Esta cuestión tiene mucho más que ver con el juego de los grupos políticos más que con las solicitudes de los cineastas. Respeto y comparto el apoyo a las industrias culturales en cada una de las lenguas cooficiales, pero las administraciones deberían
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