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«Alí el Químico» el primo de Sadam que orquestó el genocidio kurdo en Irak

Alí Hasan al Mayid, conocido como «Alí el Químico» y condenado hoy a 15 años de prisión por la ejecución de 42 comerciantes en 1992, conmocionó al mundo por orquestar el genocidio de decenas de miles de kurdos en el norte de Irak a finales de los ochenta. El primo de Sadam Husein y uno de sus principales hombres de confianza suma así una nueva sentencia a las tres penas de muerte a las que previamente había sido condenado por dirigir la sangrienta represión contra kurdos y chiíes durante el régimen baasista. Nacido en 1941 en Tikrit (Irak), la misma ciudad que vio nacer al ex dictador iraquí, «Alí el Químico» está considerado el más brutal representante del régimen de Sadam, con el que guardaba un gran parecido físico y a cuya sombra creció políticamente. Su pertenencia al clan familiar de quien rigió los destinos del país durante más de 24 años le valió pronto el cargo de ministro de Defensa, así como su inclusión en el Consejo del Mando Revolucionario, la instancia suprema de poder del antiguo régimen. Al frente del Ejército se encontraba cuando, en 1988, no dudó en utilizar gas venenoso para reprimir la sublevación autonomista del Kurdistán iraquí, saldada, según la acusación que le ha valido la pena de muerte, con la matanza de 180.000 kurdos. La feroz represión, que sólo en la ciudad de Halabja se cobró en un día más de 5.000 víctimas, le valió entonces el sobrenombre de «Alí el Químico», apodo con el que aún se le identifica y que recuerda la mayor atrocidad que cometió mientras ejerció el poder. En 1990, Irak ocupó Kuwait y Sadam premió a Al Mayid su fidelidad al régimen nombrándole gobernador de Kuwait. Su Gobierno al frente de la que fue denominada «decimonovena provincia de Irak» fue sin embargo efímero. En febrero de 2001, la coalición internacional liberó Kuwait y Al Mayid fue nombrado ministro de Interior. Pero como tal jugó, igualmente, un papel fundamental en la sangrienta represión que siguió a la rebelión protagonizada por los musulmanes chiíes en 1991, algo que no hizo más que incrementar la leyenda de hombre sin piedad que le precedía. La misma actitud quedó patente cuando en 1996 no tuvo reparo en acabar con la vida de sus dos sobrinos, casados con dos hijas de Sadam y que habían desertado del país el año anterior. Hacia 1997, le fue encomendada la dirección de los temidos servicios secretos iraquíes y del partido gubernamental Baaz en el centro y el sur del país, donde simbolizó como nadie la represión del régimen, acallando cualquier vestigio de revuelta. En los meses previos a la invasión estadounidense que, en abril de 2003, despojó del poder a Sadam, dirigió las operaciones del Ejercito en el sur del país y realizó una gira por varias capitales árabes en busca de apoyo. Grupos defensores de los derechos humanos pidieron entonces que fuera detenido por crímenes de guerra, pero su rastro se perdió al comenzar la contienda. Medios de comunicación llegaron a afirmar posteriormente que había muerto en un bombardeo de la coalición internacional en la ciudad meridional de Basora. Pero todas las dudas quedaron resueltas tras su detención el 23 de agosto de 2003 por las fuerzas de EEUU desplegadas en Irak. Al Mayid ocupaba entonces el puesto número cinco de la lista de los 55 iraquíes más buscados por Estados Unidos y era el «rey de Picas» en la baraja publicada por el Pentágono en la que figuraban los principales colaboradores del régimen de Sadam. Expertos internacionales afirmaron entonces que su captura supuso la pérdida de los últimos soportes principales con que aún contaba Husein en la clandestinidad.