Barcelona
Barcelona se queda pequeña
Cerca de un millón de personas salió a las calles de la capital «azulgrana» para celebrar la triple corona
Eidur Gudjohnsen se agachó. Colocó la cabeza entre las piernas de Leo Messi y le elevó hacia el cielo. La «Pulga», vestido con una barretina, estaba fuera de sí y coreaba hacia el gol sur del Camp Nou lo primero que le venía a la cabeza. La fiesta sobre el césped del Camp Nou fue completa. Piqué, vestido de Camerún con el «9» de Etoo a la espalda, aprovechaba cualquier despiste de algún compañero para abalanzarse sobre él y tirarlo al suelo. Euforia desatada en una plantilla que ha entrado en la historia del fútbol.También estaba Keita, con una gorra de la Guardia Urbana en la cabeza, que «alucinaba» con lo que estaba viendo. Hasta Hleb, más que discreto jugando, pero eufórico celebrando. Y volvía a aparecer Messi, con una copa en la mano que contenía de todo menos agua, que no dejaba de reír y tambalearse. Mientras, el Camp Nou, abarrotado hasta los topes, coreaba a sus ídolos.Y llegó el turno de los parlamentos. Guardiola pedía perdón: «Si hacemos el ridículo a partir de ahora, lo siento. Lo que hemos vivido por las calles de Barcelona ha sido impresionante y estamos alucinados». Messi seguía con su copa mientras escuchaba a su entrenador, que no paraba. Con poca voz y mucha emoción. «No tenemos palabras para expresar lo que estamos sintiendo aquí», añadía Valdés, también con secuelas en sus cuerdas vocales de todo lo vivido.La primera triple corona de la historia del fútbol español se celebró como merecía la ocasión. Antes de llegar al Camp Nou, casi un millón de «culés» había recibido a sus héroes por las calles de Barcelona para festejar una temporada histórica. El último mes y medio ha sido muy intenso en la capital catalana. Las celebraciones han ido paralelas al aumento del absentismo laboral y de las resacas. Todo vale si el Barça gana.La triple corona es el premio a una temporada larga, con mucho trabajo y algo de suerte. Como la que tuvo el conjunto azulgrana en Stamford Bridge con el gol de Iniesta a última hora, que ha acabado significando el tercer cetro europeo para los barcelonistas. Pero todo el mundo coincide en señalar a una persona por encima de todas: Pep Guardiola es el auténtico artífice del cambio en un equipo casi desahuciado a final de la temporada pasada. Apenas un año después de estar entrenando a un equipo de Tercera, lograba una triple corona histórica, la primera del siglo XXI.Con el triunfo ante el Manches- ter, Guardiola se dejó llevar. Han sido muchos meses con mucha tensión. Meses en los que ha perdido buena parte de su pelo y, seguramente, de su salud. Su obsesión por el trabajo también ha sido la clave del éxito. Por eso, cuando acabó la final aflojó y dio rienda suelta a sus jugadores para celebrarlo por todo lo alto.La fiesta comenzó ya en la capital italiana después del partido. El club alquiló una casa espectacular, situada en lo más alto de una de las siete colinas de Roma y con unas vistas impresionantes. Dentro, litros y litros de alcohol burlaron la ley seca impuesta por las autoridades romanas para evitar incidentes. Los «gintonics», el cava y las cervezas no entendieron de prohibiciones. Aunque la noche fue muy larga y cansada, los jugadores pudieron dormir hasta tarde. El vuelo de vuelta a Barcelona no salió hasta después de comer. Pasadas las seis de la tarde aterrizaba en El Prat, donde comenzaron las celebraciones con los empleados del aeropuerto. Un autobús de dos pisos descapotable, pintado con los colores del escudo azulgrana, esperaba para conducir a los jugadores por las calles de Barcelona, donde un millón de seguidores esperaba para festejar. Los trofeos de la Liga, la Copa del Rey y la Liga de Campeones presidían la comitiva, visibles para todos los aficionados. Los jugadores, vestidos con camisetas conmemorativas, ingerían una cerveza tras otra, mientras descorchaban botellas de cava y rociaban a cualquiera que se acercaba demasiado al autocar. La comitiva concluyó con una fiesta en el Camp Nou, que se quedó pequeño para acoger a todos los «culés». Y es que el Barça no está tan mal. Triple corona.
La prensa internacional se rinde al BarçaLa decepción no impidió a la prensa inglesa reconocer por unanimidad la supremacía continental del Barça. Diferentes análisis con una misma conclusión: la superioridad de los azulgrana fue absoluta. «El Barcelona dejó al Manchester hecho trizas», titulaban unos; «en ruinas», sostenían otros; «reducido a una pila de escombros, pese a ser lo mejor de la "Premier"», concluían los más pesimistas.El «Daily Mail» no dudó en calificar el encuentro como «lección del Barça», y al delantero argentino Leo Messi como «la cabeza de dios». Por su parte, «The Times» resaltó que la exhibición azulgrana, a la que calificó como «arte sublime», demuestra que «la gracia, la elegancia y la clase del más alto nivel todavía existen más allá de la ‘‘Premier"». «The Independent» encumbró a Iniesta como «el maestro del medio campo». También «The Sun» se hizo eco de la gran actuación del manchego, al igual que de Xavi, al tiempo que declaraba perdedor a Cristiano Ronaldo en su duelo particular con Messi. La prensa lusa también llegó a esa conclusión sobre su compatriota: «Messi fue mejor», reconocía «Record». En Italia, sede de la final, «La Gazzetta dello Sport» afirmaba: «Europa es del Barcelona». La gesta del Barça se reflejó también en países como Argentina, Brasil, México o Estados Unidos.
ANECDOTARIO, por E. Gozalo El sueño de Berlusconi- Al presidente italiano, como no jugaba el Milan, no le debió gustar demasiado el partido y las cámaras indiscretas le pillaron echándose un sueñecito en el palco del Olímpico. A su lado, Don Juan Carlos seguía atento al juego. «Pertini» Zapatero- Romper el protocolo no se le da mal al presidente del Gobierno y se comportó como un «culé» de los buenos. En el primer gol se quedó a medias, pero en el de Messi se volvió loco y recordó al Pertini de la final del Mundial 82 en el Bernabéu. La cibeles, azulgrana - Fue una profanación en toda regla del templo del madridismo. Hubo insultos a la diosa, a Guti y «mucho chorreo» entre los azulgrana residentes en la capital. Por allí apareció Pere Navarro, director general de Tráfico, con bufanda al cuello y modales correctos. El beso a Estiarte- Amigo y confesor de Guardiola, Manel se ha convertido en un talismán para el Barcelona. El técnico le abrazó, le cogió la cabeza y le plantó un beso cuando celebraban solos, en el césped del Olímpico, el triunfo.
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