Comunidad de Madrid
Brizzolis cuando el arte no es sólo cuestión de arte
Una de cada cuatro empresas sostenibles de España desarrolla su actividad en la Comunidad de Madrid. Una de ellas es Brizzolis S. A. Esta compañía de artes gráficas acaba de recibir uno de los galardones de la novena edición de los Premios de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, organizados por el Ejecutivo regional, en colaboración con la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid y la Confederación Empresarial de Madrid.Uno de los motivos del galardón es que la compañía de Pinto, en su afán por estar a la cabeza en la gestión ambiental dentro del sector, ha logrado en los últimos meses certificaciones europeas a nivel medioambiental. Éstas se suman a las que la empresa ya cosechaba años atrás. De hecho, Brizzolis «es la primera empresa de Madrid en tener todos los sistemas de gestión ambiental y calidad implantados», asegura José Pérez, responsable de Calidad, Medio Ambiente y Cadena de Custodia de la compañía, que también es director financiero de esta pyme de unos 20 trabajadores.Creada por tres socios, la especialidad de Brizzolis es la impresión de libros de arte, en donde la calidad es lo principal. Pero como han demostrado siempre que la tecnología dé la máxima calidad lo siguiente es el medio ambiente. Hace ya cinco años que cuentan con la norma ISO 14.001, cuatro años con el certificado de gestión ambiental europeo EMAS y el año pasado obtuvieron dos certificados de cadena custodia al producir dos trabajos, uno con el sello FSC y otro con el PEFC. También tienen la ISO 9001. Las tintas que emplean son con base agua, en vez de disolvente, y por tanto, menos contaminantes. Ahora bien, no utilizan tintas cien por cien ecológicas, porque, según Pérez, «al menos hoy no ofrecen suficiente calidad para la impresión de libros de arte; sí, en cambio, para otras impresiones, como folletos, por ejemplo».AhorroEn cuanto al consumo energético, Brizzolis logra ahorrar energía «gracias a una batería de condensadores que han instalado. Así, cada vez que encienden la maquinaria provocan un tirón de luz y toda la energía que no consumen entonces es almacenada en la batería que después será utilizada por la compañía. Este gesto además «nos permite un descuento de un cuatro por ciento anual (el máximo) en la factura de la luz», explica el responsable de Medio Ambiente.
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