España

Chaviniesta

La Razón
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Supongo que serán comprensivos con que alargue dos semanas el tema eufórico que emociona a los que padecemos la patología de ser del Barsa. Un triplete no se da todos los días. Hoy quisiera examinarlo bajo una óptica que sin duda sorprenderá a mis compatriotas. Ya saben que yo soy de los catalanes (la mayoría) que nos sentimos perfecta y cómodamente españoles; así que mis iguales se alegrarán de saber que me he puesto a hacer sumas y he descubierto una cosa curiosísima: gracias a esta final que ha ganado el Barsa, el fútbol español se ha colocado aritméticamente en el trono histórico del fútbol europeo.
Antes de ella, los tres países que mandaban en el fútbol europeo (Inglaterra, España, Italia) contaban cada uno con once consecuciones de la Copa de Europa por sus clubes. Los azulgrana hemos aportado la piedra número doce a ese edificio español (muy bien cimentado, por cierto, por el Real Madrid con sus nueve Champions aún no igualadas) y nuestro fútbol, desde hace un año y gracias a la unión, reina en Europa.
En general, los hinchas a lo que aspiran es a que, pase lo que pase e incluso al margen de los méritos, el mejor sea siempre el equipo local. Por tanto, malos tiempos para los hinchas lastrados de conciencia separatista. ¿Ser singulares o formar parte de la historia predominante del fútbol europeo por encima incluso del inglés (nada menos que los inventores del asunto)? Ardua decisión. Terrible elección. Un tanto más a favor de las conveniencias de la Unión en todos los sentidos. Hasta la invencible unión de fantasía que hace Xavi e Iniesta en el campo provoca que los franceses se estén planteando dar el primer balón de oro compartido de la Historia a una especie de cyborg llamado algo así como Chaviniesta. Para una vez que podemos ser los primeros en algo a escala europea sin que sea algo sonrojante.