Música

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Como un dibujo animado

Es difícil descifrar las claves de una misteriosa vida que le llevó a aparentar más un ser sin alma que un artista

Como un dibujo animado
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¿Quién era en realidad Michael Jackson? Tildarle de «icono pop» sea decir demasiado poco. A diferencia de Elvis o de los Beatles, por citar dos ejemplos de éxito mediático, Jackson no aportó nada original a la historia de la música popular. ¿Puede decir alguien honestamente que «Thriller», el álbum más vendido hasta la fecha, cambiara la vida de la gente? Entiéndaseme bien: no pretendo subestimar el talento de alguien que compuso una canción tan perfecta como «Billie Jean», sino tratar de explicarme la singularidad casi extraterrestre de alguien que parecía más un ectoplasma que un artista. En Michael Jackson, reconozcámoslo, no había nada normal.Lo indudable es que su carrera marca un punto y aparte en la historia del «star-system». Como miembro de los Jacksons Five, privado de infancia y explotado por su padre, la futura estrella no tardó mucho en intuir que no era más que un producto comercial, una mercancía. Aquellos que cargan las tintas al analizar hoy al Frankenstein del pop, deberían recordar que el «jacksonismo» fue un fenómeno de «merchandising» sin precedentes. La gente ya no sólo consumía la luminosa música disco interpretada por un grupo de niños negros, sino toda una imagen de marca mercantilizada y gestionada publicitariamente hasta la extenuación. No deja de ser irónico que, tras esta etapa, Michael Jackson fuera el primer artista de color en ocupar el centro del escenario mediático americano y mundial al precio de someterse a un proceso mutante de blanqueamiento. Su encanto andrógino radicaba en un «look» asexuado que exhibía sin pudor su indeterminación genérica. Más que un Peter Pan que se hubiera negado a crecer, terminó convirtiéndose finalmente en ese «dibujo animado» que la industria había preparado para él desde un principio. Quien en alguna ocasión habló del «sex-appeal de lo inorgánico» hubiera visto en Jackson su perfecta encarnación o, mejor, plastificación: representante del mestizaje neutro, de una nueva raza artificial más allá de las razas, él fue, en pocas palabras, el producto perfecto, la imagen inocente y pura de un ser que por sus actos sólo parecía anhelar crionizarse para superar toda limitación biológica. Si hacemos caso de una reflexión algo cínica de Jean Baudrillard, la ilusión de un parque temático como Disneylandia ha de existir para ocultar el inquietante hecho de que la América real es cada vez más un simulacro, un producto Disney más; un oasis artificial, exagerado, extravagante, que consolida la ficción de que, fuera de este entorno fantástico, uno puede de nuevo acceder a la gris y dura realidad cotidiana. ¿No representa el fenómeno Michael Jackson algo parecido? ¿No era su imagen «freak» el holograma que nos permitía olvidar que todos somos cada vez más productos, empresarios de nosotros mismos, gestores de nuestra propia marca individual?

Pobres niños ricosEl futuro de sus tres hijos es una incógnita. Se casó en dos ocasiones, la primera vez con Lisa Marie Presley, hija de Elvis, y la segunda con la enfermera Deborah Rowe, madre de dos de sus vástagos, Prince Michael y Paris. Jackson tiene un tercero, Prince Michael II, que fue, según sus propias palabras, engendrado a partir de su esperma en una madre de alquiler. Los tres vivían con él, tenían la tez blanca y en contadas ocasiones han sido fotografiados sin el velo con el que salían al exterior. Jackson vivía obsesionado por que pudieran sufrir un secuestro; apenas abandonaban el domicilio y si lo hacían era a altas horas de la madrugada, lejos de cámaras y objetivos.