Industria de Moda
De compras con la «mamma»
Lo mejor del mundo de la moda italiana es cuando, tras nombres de emporios descomunales, descubres el rostro de las familias que los presiden, la imagen viva de la tradición y el paso de los años. Es el caso de Giovanna Furlanetto, hija de Aldo, el mismo que en 1927 creó una firma de marroquinería con el nombre de Furla. Más de ochenta años después, ella y sus hermanos, Carlo y Paolo, han tomado las riendas de un negocio que en 2007 rozó los 150 millones de euros de beneficios. ¿El secreto? Lo cuenta ella misma: «Es cierto que estamos ante una crisis terrible, la peor que he visto en mi vida, pero nosotros estamos tranquilos. No dependemos de los bancos, tenemos todo pagado y sólo aspiramos a seguir creciendo».Lo dicho, cosas de familia. De ahí que, en plena recesión, acaben de inaugurar una tienda en el paseo de Gracia barcelonés, desde donde hablamos con Giovanna del prototipo de la mujer española: «Es muy similar a la italiana, elegante, femenina y con el mismo punto de vista sobre un montón de aspectos». Como ejemplo perfecto, la Princesa de Asturias, de quien la presidenta de Furla se confiesa rendida admiradora, «ya que reúne todo lo que defendemos en nuestras clientas: es refinada, elegante, bella y, sobre todo, destila sencillez y fortaleza, algo que valoramos por encima de todo en nuestra marca». Y otro apunte: además, Doña Letizia luce habitualmente los bolsos de la firma italiana, Giovanna lo sabe e incluso nos cita de carrerilla las revistas en las que lo ha visto publicado. Casi sin querer, pasamos de la Princesa a Carla Bruni –otra de sus favoritas– y, de ellas, al mundo de las llamadas «celebrities» y «fashion victims». Es entonces cuando Giovanna aclara que eso no va tanto con ellos, con una firma cargada de tradición y convencida de su liderazgo tanto por la alta calidad de los productos como por su precio, más competitivo que el de otros nombres del sector lujo. Entre risas y un despliegue de palabras lo mismo en «spanglish» que en italiano, Furlanetto confiesa que suele fijarse en las mujeres que van por la calle para ver si llevan uno de sus bolsos. Tanto, que una vez iba a coger un taxi y se dio cuenta de que quien se bajaba de él lucía un modelo similar al suyo. Rápidamente, se acercó y la explicó quién era ella: la presidenta de Furla. La mujer pasó del «shock» a la emoción y Giovanna se subió feliz en el taxi, convencida de que el espíritu de aquello que creó su padre seguía más vivo que nunca. Y así es ella, una italiana de los pies a la cabeza que, antes de terminar la charla, nos recuerda algo fundamental: «Queremos que nuestras clientas sean abuelas, madres e hijas adolescentes, que todas confíen en nuestro trabajo». El mejor eslógan, sin duda.
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