La Coruña
Diego Tristán o la redención del genio
CÁDIZ- Diego Tristán jugará la próxima temporada en Segunda División, pero parece el hombre más feliz del mundo. Un mundialista que viene de la «Premier», que ha sido «pichichi» de Primera y que también ha jugado en el «Calcio» está como loco por vestir la camiseta del Cádiz. Algo ha cambiado en la vida de este controvertido futbolista.Desde hace tres años, el sevillano estaba llamando a las puertas del club gaditano porque sus aspiraciones ya no son las de hace un lustro. Y no porque ya aspire a buscar un retiro dorado, sino porque sus circunstancias personales le invitan a estar cerca de su casa, jugando casi por amor al arte y alejado de esa vida desordenada que, supuestamente, llevaba en ciudades como Palma o Coruña.Diego tiene pareja estable, ha sido padre y los que le conocen bien dicen que ya tiene poco que ver con ese futbolista díscolo que tantos quebraderos de cabeza daba a Irureta. Ahora quiere estar en familia y disfrutar de un entorno tranquilo y haciendo lo que más le gusta: jugar al fútbol.«He ganado suficiente dinero como para que mi familia viva de forma desahogada», decía en su presentación como nuevo jugador amarillo. Su fichaje por el Cádiz no se ha producido por una oferta deslumbrante. De dinero, lo justito. El patrimonio del jugador es suficientemente bueno con lo recaudado a lo largo de su carrera, pero se multiplicó hace algunos años por las buenas inversiones realizadas desde su entorno familiar. Con las espaldas bien cubiertas, ahora, simplemente, quiere pasarlo bien.«Comprendo que haya alguna duda sobre mí porque mi rendimiento fue en declive en España, pero estoy más ilusionado que nunca», aclara el futbolista. El entrenador del Cádiz, Javi Gracia, que jugó en el Villarreal y la Real Sociedad, tenía muchas dudas cuando le presentaron la opción del fichaje, pero dio el visto bueno. Antonio Muñoz, presidente cadista, aclara: «Diego está muy motivado y con ganas de demostrar muchas cosas. No tenemos dudas, puede ser un gran fichaje».Atrás quedaron esas épocas en las que se decía que era un habitual de sitios poco recomendables de la noche coruñesa. Ahora sólo tiene ojos para su familia. El pequeño Diego, de un año y medio, lo ha cambiado todo. «Ahora, entrenar y a casa. Soy el de siempre, pero un niño te hace cambiar. Tengo mucho fútbol dentro y espero dárselo en el Cádiz, y a su afición, muy especial».Su carrera no dejó a nadie indiferente. Ninguneado por Luis Aragonés y Lopera en la cantera del Betis, se marchó a Mallorca para triunfar. De allí pasó al Deportivo, donde alcanzó la cima. Pero acabó mal, como en Palma, y volvió al club balear en 2006. El declive. Salió por la puerta de atrás y acabó en el Livorno, donde conoció la dureza del «Calcio». Nada que ver con el excelente tramo final de la pasada campaña vistiendo la camiseta del West Ham. El ocaso parece estar lejos.Irureta le tiene mucho cariño: «Es un buen chaval y un gran futbolista. Tuvimos que exigirle para que se diera cuenta de cómo ha de emplearse un profesional, pero cada uno es como es. Le deseo mucha suerte, se lo merece. Nunca me he metido en la vida de mis jugadores, sólo he dado consejos. A ciertas edades mis recomendaciones no les llegan, pero con el paso de los años entienden que lo hacía por su bien».Dicen que un informe redactado por Pirri impidió que jugara en el Real Madrid. La prensa de La Coruña hablaba y no paraba sobre sus andanzas nocturnas y ese sambenito le acompañó siempre. Se hizo famoso el Rioja 904, su vino favorito, según cuentan, y era vox populi que en el club gallego respiraban aliviados cuando viajaban hasta La Coruña su novia y sus padres para acompañarle. Vivir solo no le traía nada bueno, ni a él ni al equipo.Pero ahora Diego se ha reformado, parece ser que de verdad, y el Cádiz quiere aprovecharse de esa resurrección. Ya se sabe que en el sur gusta el estilo de Tristán, el de la filigrana y el de la genialidad. Una nueva oportunidad para un genio.
La tierra de «mágico» abraza a los bohemiosEn Cádiz gusta el jugador con arte. Se le perdona si entrena poco, si sale mucho o si no responde al perfil del perfecto profesional. Así fue como «Mágico» González enamoró para siempre a la afición cadista en los ochenta en un amor que no cesa. Desde entonces se ha buscado un sustituto digno, alguien que llevara el entorchado de ser un futbolista especial, genial. Lucas Lobos, digno aspirante, entrenaba más de la cuenta.Son jugadores temidos por los entrenadores y la labor psicológica de Javi Gracia con Tristán ha comenzado. Ha hablado con el delantero y le ha hecho saber lo que quiere de él. «Trae mucha disposición, de verdad, y ganas de aportar cosas. El grupo es muy bueno y tanto personal como profesionalmente tiene una exigencia muy alta, por lo que todo jugador que venga al Cádiz debe hacerlo muy concienciado de que hay que trabajar mucho, esforzarse mucho y cuidarse mucho, para no sólo estar en el once titular, sino en las convocatorias y poder tener opciones de participar».
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