Debates electorales
El día de la mudanza
Madrid- «No dejes que los pavos te depriman». Con esta peculiar nota manuscrita en un papel coronado por el emblema de dos pavos, cuidadosamente colocado sobre la mesa del Despacho Oval, el presidente Reagan traspasaba su cargo a Bush padre. Ayer, su hijo cumplió con la tradición con una cálida nota en la que mostró sus mejores deseos al 44º presidente de EE UU, el primero negro.
La frenética jornada comenzó a las 10 de la mañana con un desayuno en la Casa Blanca, donde los Bush recibieron al matrimonio Obama y a los Biden. Tras el protocolario encuentro, los 93 empleados de la residencia presidencial, hogar de los Bush los últimos ocho años, dispusieron de seis horas para sacar todas las pertenencias del mandatario saliente que aún permanecían en las 132 habitaciones y desembalar las de la familia entrante. Un ejército de furgonetas llegó al 1600 de la avenida Pensilvania en cuanto los tres matrimonios partieron hacia el Capitolio.
En realidad la tarea fue relativamente sencilla ya que los Bush habían sacado la mayor parte de sus pertenencias. El hecho de que el mobiliario de la Casa Blanca forme parte del patrimonio nacional y que el edificio cuente con un almacén de antigüedades y enseres para que los presidentes puedan elegir su decoración hace que no haya muchos muebles que trasladar. Algo especialmente significativo en el caso de los Bush, que siempre han permanecido ligados a su rancho en Crawford (Texas).
Allí es precisamente donde el ex presidente republicano fijará su residencia y hacia donde partió ayer junto con su mujer Laura. Los bajos índices de aceptación a su gestión no impidieron que se congregaran cientos de sus seguidores en la Plaza del Centenario de Midland, el mismo lugar donde paró en 2001 en su viaje hacia Washington camino de su toma de posesión.
Aunque Bush nació en New Haven, Connecticut, pasó su infancia en Midland, donde regresó en los 70 para conocer a su futura esposa. Allí pronunció un emotivo discurso en el que no aclaró su futuro aunque dejó claro que, de momento, va a descansar en su rancho.
A sus 62 años, Bush se encuentra en buena forma para seguir desempeñando un papel político. Sin embargo, deberá esperar a que se difumine la estela de su controvertido legado. El ejemplo de Nixon, recluido en su rancho hasta que purgó sus penas no parece estar en los planes de Bush al que siempre le quedará el petróleo, el negocio familiar.
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