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Estreno

El favorito de los dioses

La Razón
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El profesor Robin Lane Fox ha dedicado parte de su vida al estudio de uno de los más fascinantes personajes de la Antigüedad. El resultado de ese trabajo es un título clásico en la bibliografía sobre el tema y que Acantilado ha tenido la buena idea de recuperar. «Alejandro Magno. Conquistador del mundo» tiene en cuenta los numerosos interrogantes que persiguen al mito y lo hace con mano maestra.

Fox estuvo esta semana en Barcelona para presentar su obra y explicó que su biografiado era «un genio, favorito entre los Dioses». El secreto del éxito del joven caudillo, emperador del mundo conocido con solamente 23 años, fue su magia, «alguien que luchaba para unificar, con la única excepción de Persépolis donde batalló por venganza porque los persas atacaron Grecia». El historiador, asesor de Oliver Stone en su filme sobre el personaje, apuntó que Alejandro el Magno tiene tras de sí «un pasado más rico de lo que se puede imaginar uno en un simple relato».

 

Sin comparaciones

Para Robin Lane Fox la novela histórica le ha hecho un flaco favor al héroe porque «los escritores se basan en su propio mundo, no en el real. El hecho de que todo sucediera unas sesenta generaciones atrás y sus protagonistas estén muertos, no implica que no se les respete. Hablamos demasiado de la corrección política, pero no de la corrección cronológica y yo adoro el pasado». Alejandro, a ojos de su estudioso, no debería ser nunca comparado con un Hitler o un Stalin, porque «nunca instauró un régimen de terror».

Esta edición, que amplía la de 1974, tiene en cuenta las nuevas aportaciones sobre el tema, especialmente las excavaciones en Verginia (Macedonia), que permitieron descubrir la que parece ya confirmada como tumba de Filipo de Macedonia, padre del gran militar. Alejandro III, también llamado el Grande, nació en el año 356 a.C., siendo también hijo de Olimpia, princesa de la Casa Real de Epiro.

El libro de Fox bucea en los aspectos del personajes, desde sus tácticas militares a sus gustos gastronómicos. Igualmente se habla de sus gustos sexuales, matizando el historiador que a muchos de sus colegas «les gustaría que Alejandro solamente hubiera querido a hombres y a chicos, pero no es así, porque también tuvo relaciones con mujeres y eunucos». Pero la gran obsesión amorosa fue una de sus esposas, Efestión.

Filósofo e ignorante, en Alejandro se unieron todos los aspectos de un hijo de su tiempo, alguien rodeado de «muchas personas con los mismos valores que él». Pese a la fascinación evidente por el héroe, el historiador declaró que, si hoy trabajara en un banco, «dudaría en confiarle mi dinero, porque sería una apuesta arriesgada, aunque quizá me acabaría haciendo rico».

Lo que no entra en los planes de Robin Lane Fox, quien ha dedicado casi dos décadas a bucear el rastro de Alejandro, es volver a participar en una película, pese a que en el «Alejandro» de Stone llegó a interpretar a un soldado. «Mi mundo y el del cine son completamente distintos, ya que me baso en los hechos y en la investigación histórica, mientras que el cine es ficción y una autorepresentación», declaró.