FMI
El G-20 pone otro billón de dólares para acabar con la crisis económica
No fue el Bretton Woods que algunos esperaban, pero el anfitrión de la cumbre del G-20 de Londres, el «premier» Gordon Brown, se encargó con su discurso de que el encuentro de ayer se convirtiera en histórico. Y en cierto modo lo fue, porque los países que acumulan el 90% del PIB mundial y algún que otro invitado, como España, llegaron a un acuerdo para intentar hacer frente a la peor crisis económica desde la II Guerra Mundial. El consenso, además, vino con cifra específica: 1,1 billones de dólares (750.000 millones de euros) destinados a los organismos multilaterales. «Este es el día en que el mundo se unió para luchar contra la recesión global», sentenció Brown. No hubo sorpresas y la cumbre satisfizo tanto las ambiciones de EE UU como las de la UE. Los estímulos fiscales inmediatos que tanto obsesionaban al presidente estadounidense, Barack Obama, se recogieron en el gran documento de manera muy genérica y, tal como demandaba Europa, liderada por el eje franco-alemán, se apostó por esperar a ver el resultado de los planes de reactivación implantados ya en cada país. El anfitrión, que siempre se decantó más por el plan norteamericano, matizó, eso sí, que «el esfuerzo sin precedentes» que están llevando a cabo los países del G-20 aportará a la economía mundial 5 billones de dólares adicionales hasta finales de 2010. En el comunicado final de la cumbre se señala que este impulso ayudará a salvar o crear 20 millones de puestos de trabajo en todo el mundo en dos años y a aumentar el PIB un 4%. A pesar de que se empleará mano dura contra los paraísos fiscales, empezando con la publicación por parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de una «lista negra» y de que el documento final advierte de que «la era del secreto bancario ha terminado», para dolor de los ciudadanos, la regulación de las retribuciones de los banqueros quedó recogida de manera bastante difusa. Brown anunció la celebración de la próxima cumbre para antes de que acabe este año con el objetivo de revisar el impacto de esta cifra «sin precedentes» dirigida en su mayor parte al Fondo Monetario Internacional. Este organismo triplicará sus recursos y recibirá 500.000 millones de dólares adicionales -371.000 millones de euros- a los 250.000 millones de los que ya disponía. Esta multimillonaria partida será financiada, según explicó el primer ministro británico, por la Unión Europea, con 100.000 millones de dólares, Japón, con otros 100.000, y China, con 40.000 millones más. A España le tocará desembolsar 4.000 millones de euros. Otros 100.000 millones de dólares irán a parar a manos del Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La obsesión de Francia y Alemania por endurecer la regulación de los mercados también logró sus frutos. La cumbre decidió que el Foro de Estabilidad Financiera se rebautice como Consejo de Estabilidad Financiera y que colabore con el Fondo para alertar de los riesgos macroeconómicos y financieros y tomar las acciones necesarias para actuar contra ellos. Los asistentes a la reunión también se comprometieron a «ampliar su regulación y supervisión de las instituciones financieras importantes del sistema, sus instrumentos y sus mercados», incluidos «los ¿hedge funds¿ de importancia sistémica». Además, a través de las instituciones internacionales y los bancos regionales de desarrollo se canalizarán otros 250.000 millones de dólares -185.000 millones de euros- para estimular el comercio, una de las claves de la recuperación, según Brown, quien expresó su confianza en la reactivación de las negociaciones de la Ronda de Doha. «Éste es un ejemplo de cómo trabajamos juntos, con estímulos y nuevas inversiones para evitar que la recesión vaya a más», reivindicó. «Nuestro objetivo es dar a la gente más confianza en el sistema bancario y asegurar que tiene mayores probabilidades de continuar sin grandes perjuicios frente a este huracán que nos ha afectado a todos», explicó Brown. Aunque eso sí, para no crear falsas esperanzas matizó que no hay «solución rápida», pero sí «la determinación de hacer lo que esté en nuestra mano para superar la crisis, inyectar recursos en la economía, crear empleo y garantizar que los negocios se expandan».
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