Roma
«El indigenismo me parece algo prefabricado desde fuera»
Fue amigo personal de monseñor Romero, asesinado en 1980 por los revolucionarios
Madrid- Es navarro, de Cintruénigo, pero lleva en Centroamérica desde 1959, donde le destinaron apenas unos meses después de haber sido ordenado sacerdote. Fernando Sáenz, arzobispo emérito de la archidiócesis de San Salvador, ha estado unos días en España, pero quiere volver a su tierra adoptiva: «Allí me dedicaré a ser cura de parroquia, a confesar y a predicar», asegura.
–¿Qué queda de teología de la liberación en América Central? ¿Existe una Teología de la Liberación depurada?
–¿Qué significa, en el fondo, teología de la liberación? La liberación ha de ser del pecado, del egoísmo... Sí, es verdad que hay estructuras injustas, que son de pecado, contra la dignidad humana. El pecado existe y está bien estructurado. Simplemente hemos de llamar a cumplir bien los mandamientos, a buscar el amor a Dios, al prójimo y la paz social.
– En junio de 2008 todos los diputados salvadoreños firmaron el Libro de la Vida, que defiende al ser humano desde la concepción, contra el aborto. ¿Cómo es posible esto, cuál el pensamiento de los diputados de la izquierda salvadoreña, son cristianos?
–Si se hizo, es que es posible. Una semana antes de mi toma de posesión como arzobispo, un diputado propuso darme un diploma de hijo meritísimo de El Salvador y fue aprobado por unanimidad de todos los partidos. Como un homenaje, no a mi persona, sino a la Iglesia. Los obispos hemos tenido intervenciones claras sobre temas importantes, pero nunca hemos sido partidistas. Solo hemos dado la doctrina social de la Iglesia, y todos los diputados lo han reconocido, creo.
–¿El indigenismo es también una ideología política o neopagana?
– En El Salvador hay grupos indígenas, no muy numerosos, pero todos se caracterizan por su piedad católica. El indigenismo me parece algo prefabricado e inyectado desde fuera.
– ¿Cómo se distingue en Centroamérica a las Iglesias evangélicas respetuosas de la simples sectas?
–No es tan fácil; se puede distinguir a los luteranos, algunas iglesias históricas de Estados Unidos, anglicanos... y luego hay mil sectas , cada una con su pastor y sus objetivos; hay empresas evangélicas que mueven mucha gente, dinero, edificios...
–¿Cual era la relación de monseñor Romero con el Opus Dei? Hay fuentes que aseguran que en sus últimos tiempos se alejó de la Obra...
–Sobre la cercanía de Romero con el Opus Dei en sus últimos tiempos, tengo un testimonio. El día de su muerte yo estuve con él: yo organizaba entonces unas reuniones con sacerdotes, y él asistía con cierta frecuencia. Me dijo que tenía interés en venir para descansar porque se sentía agobiado; incluso cambié la fecha para que pudiese acudir. Ese día estuvimos juntos de las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Comentamos un documento que quería escribir sobre seminarios, comimos a la sombra de las palmeras, hablamos mucho... Le llevé a su hogar, le dejé a las tres. Así que tuvo contacto con el Opus Dei hasta el día de su muerte, y amistad personal conmigo.
– ¿Cuáles son hoy los mayores retos de la sociedad salvadoreña?
– Tenemos elecciones el día 15, ojalá transcurran en paz y tranquilidad. Esperemos que el bloque elegido busque el bien. Y en estos tiempos de problemas económicos, deberíamos trabajar todos con seriedad y compartir con los más necesitados.
Entregado al Opus Dei
Nació hace 76 años en Cintruénigo (Navarra). Estudió Filosofía y Teología en Roma y fue ordenado sacerdote en agosto de 1959. En 1962 fue enviado al recién fundado centro del Opus Dei de El Salvador, donde vivió entregado de lleno a su labor sacerdotal. En 1985 fue nombrado obispo por Juan Pablo II y arzobispo en 1995. Su nombramiento fue criticado por los sectores próximos a la Teología de la Liberación, pero Sáenz salió al paso diciendo que la Iglesia debe hablar en nombre de los pobres, pero nunca debe llegar a estar implicada en activismo o política. Y lo mantiene.
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