Israel

El Papa intermediario entre judíos y musulmanes para lograr la paz

El Pontífice celebró ayer una multitudinaria misa en la que pidió que se reconozca el papel indispensable de la mujer. 

El Papa, intermediario entre judíos y musulmanes para lograr la paz
El Papa, intermediario entre judíos y musulmanes para lograr la pazlarazon

«Todos necesitamos volver a Nazaret para contemplar el silencio y el amor de la Sagrada Familia», dijo el Papa Pablo VI en su visita en 1964 a la «flor de Galilea». Esto es lo que ha hecho Benedicto XVI, volver a la ciudad donde vivió la primera familia cristiana para defender una vez más la «insustituible misión» de esta institución en la sociedad. Y es que ante la crisis que vive la familia en la actualidad, con miles de niños en todo el mundo que crecen en un ambiente de total desunión, además del sufrimiento de los cónyuges por ver frustrado su deseo de amor eterno, Benedicto XVI propuso ayer la clave para que la felicidad sea auténtica y duradera.

En el penúltimo día de su peregrinación a Tierra Santa, el Papa celebró una misa en el monte del Precipicio, lugar desde el que dice el Evangelio de San Lucas que la muchedumbre intentó arrojar al abismo a Jesús. A su llegada en el papamóvil, el Pontífice fue recibido con banderas ondeantes de distintos países, alegres cantos en árabe y enérgicos aplausos y gritos de júbilo coreando lo que ya ha sido el grito habitual durante su peregrinación en Israel: «Benedetto, benvenuto». Eran unos 40.000 cristianos venidos de toda Tierra Santa, así como de España, Filipinas, Polonia y otros países, fieles al Pontífice a pesar de las altas temperaturas.

Tras saludar al principio de la misa en árabe, ante la sorpresa de la asamblea, Benedicto XVI declaró en la homilía: «Qué importante es el testimonio de parejas casadas para la construcción de la civilización del amor», y explicó que la santidad de la familia «se basa en la fidelidad para toda la vida de un hombre y una mujer, abierta al don de la vida». Éste es el secreto, ya que la familia es la «primera escuela de sabiduría» que, según el Santo Padre, «educa a los propios miembros en la práctica de esas virtudes que conducen a la felicidad auténtica y duradera». Pero fue más allá afirmando que esta institución «está llamada a ser una ‘‘iglesia doméstica'', un lugar de preocupación amorosa por el verdadero bien de cada uno de sus miembros». «Cuánta necesidad tienen las personas de nuestro tiempo de volver a apropiarse de esta verdad fundamental, que constituye la base de la sociedad», exclamó. Además, recordó el «deber del Estado de apoyar a la institución familiar en su misión educadora», de protegerla y «de asegurar que todas puedan vivir en condiciones de dignidad».

No faltó el guiño a la figura de María, imprescindible al encontrarse en la ciudad de la Anunciación. «Nazaret nos recuerda el deber de reconocer y respetar la dignidad y misión concedidas por Dios a las mujeres», afirmó Benedicto XVI. Para él, la mujer, tanto como madre de familia como en la vida laboral o dedicada al Señor, «tiene un papel indispensable para crear el ambiente que el mundo necesita urgentemente, en el que los niños aprendan a amar a los otros, a ser honrados y respetuosos con todos y a practicar el perdón».

Finalmente, el Pontífice pidió a los cristianos y musulmanes de Nazaret que trabajen para lograr la convivencia pacífica en la región, debido a las tensiones existentes entre ellos en los últimos años .