Balón de Oro
El pimpollo
Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, al referirse al repunte de la economía habló del «green bot», que de inmediato la ministra Elena Salgado aplicó en España y tradujo muy libremente como brote verde, alias invisible. Lo co- rrecto en el español de Cervantes sería pimpollo, «vás- tago o tallo nuevo de las plantas», y también, «joven que se distingue por su belleza, gallardía y donosura». Aplicado el giro a la inversión del Madrid en fichajes no serviría ni como metáfora, porque, dado el desembolso, el brote sería como una secuoya milenaria. En cuanto al pimpollo, sí, o sea, Cristiano Ronaldo. Desde las montañas bajaron a verle y el Bernabéu, desbordado con la aparición de Kaká, tornóse admiración, pasión y «glamour» indescriptible al pisarlo este Ronaldo que empequeñece a su antecesor. Los 96 millones que costó ya rentan. «Su capacidad pulmonar, extraordinaria, como la cardíaca», diag- nóstico médico, sostiene un cuerpo de adonis más propio de un incipiente culturista que de un futbolista. El pimpollo se cuida, consciente de su valor iconográfico y deportivo. Rinde a los aficionados al fútbol por su talento y a las mujeres, por su «chocolatina». Palabra de 75.000 seguidores/as que le vieron de corto; vamos, en calzoncillos.
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