Crítica de libros

Estado de emergencia

La Razón
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A veces resulta un círculo vicioso buscar claridad en el diccionario de la RAE. Por ejemplo, la palabra emergencia se define como situación. Y así se dice y escribe que «la situación de emergencia por la que atravesamos requiere el esfuerzo de todos», como si emergencia no significara situación. Con razón se remite en artículo enmendado a estado de emergencia: «Situación oficialmente declarada de grave peligro». ¿Cómo enterarse de si la crisis es transitoria, estacionaria o duradera cuando la confusión anida en el lenguaje? Parafraseando el adagio «dime con quién andas y te diré quién eres» como «déjame oír cómo hablas, y te diré lo que vales», se constata una verdad empírica: nada revela con tanta fidelidad la cultura de una nación como la manera de expresarse.La realidad es que los hablantes adquirimos hábitos que se manifiestan como conducta verbal en términos de la moderna sociolingüística. La acepción anglófona de emergencia ya está en el uso real. Mucho más claro parece el letrero colocado en los coches del Metro: «Prohibido hacer uso del dispositivo salvo caso de emergencia»; responde a la definición inglesa de «situación o caso de apuro que exige una acción inmediata». Quien escribe o habla para el público está en el deber de ser correcto, porque, si el mensaje es el medio, una forma inadecuada puede hacerle perder al mensaje toda virtualidad.